A raíz de los cuatro estadounidenses secuestrados en Matamoros recientemente, se efectuaron algunas declaraciones ríspidas entre políticos de los Estados Unidos de América (EUA) y México. Es un tema delicado, puesto que los comentarios, aun indirectos, establecen un diálogo en ambas partes del Río Bravo.

Hoy por hoy, las relaciones entre EUA y México han tenido sus altibajos. Por ejemplo, los episodios recientes de reconocimiento y cercanía del gobierno mexicano con líderes latinoamericanos de tendencia autoritaria, así como la presea entregada hacia el mandatario cubano cuyo régimen ha mostrado múltiples violaciones a los derechos humanos, han afectado la relación entre la Ciudad de México y Washington.

También el condicionamiento de Andrés Manuel López Obrador en la Cumbre de Las Américas en 2022 para que Joe Biden invitara a los líderes de Cuba, Nicaragua y Venezuela, mermó la confianza de la Casa Blanca hacia el inquilino del Palacio Nacional. Claro que la narrativa del mandatario mexicano le colocó un toque adicional de picor al ya delicado tema, algo que estamos acostumbrados de él en su administración, pero que afecta mucho la percepción que tiene el globo de la seriedad y diplomacia del actual gobierno mexicano.

Del otro lado, la constante presión de Washington a la Ciudad de México para que el gobierno mexicano funcione como un tercer país seguro o incluso como barrera de la migración centroamericana a EUA, es una práctica que no ha gustado en Palacio Nacional. No por ello se deja de hacer, pero no ha  mejorado las relaciones bilaterales.

La venta de armas de EUA a personas en México también ha generado problemas para la relación bilateral. La Ciudad de México ha buscado fortalecer la regulación del comercio de armas y aminorarlo en una clara política que podría ayudar a reducir la violencia en el país, un tema que ha afectado desde administraciones pasadas, pero particularmente en la actual.

Ahora, el secuestro de cuatro y asesinato de dos estadounidenses en México en las semanas recientes ha abierto un nuevo episodio de tensiones entre ambos países. El gobierno de Biden no ha recuperado el tema, pero algunos políticos republicanos han solicitado que se considere como grupos terroristas a los cárteles de droga mexicanos. Si fuese el caso, habría mayor justificación, según los políticos, de intervenir militarmente en suelo mexicano.

Probablemente ahora que existe un problema con el narcotráfico de México a EUA en torno al fentanilo, este tema cobre mayor importancia y pueda ser cada vez más politizado de lo que ya está en el vecino del norte. Sin duda afectaría a López Obrador, puesto que podría exponer el limitado avance que su gobierno ha tenido para aminorar la presencia de grupos narcotraficantes y la inseguridad en el país.

Sólo hemos visto escalar los comentarios de los republicanos y las respuestas de los funcionarios mexicanos. No hay, desde luego, un desgaste prominente en la relación, ya que la Casa Blanca no ha emitido mayores declaraciones al respecto. Sin embargo, la situación delicada en materia de seguridad en México, el grave problema del fentanilo que declara EUA y la posible presión de la opinión pública estadounidense podrían ser factores que eventualmente rompan con el silencio de Biden y que la situación se convierta en otra crisis amarga para la relación bilateral.

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