En los más recientes días hemos visto una interesante serie de comentarios que intercambiaron el presidente Andrés Manuel López Obrador, y el de Argentina, Javier Milei. Si bien, normalmente la comunicación entre líderes de Estado suele ser cordial y en un clima abierto y de cooperación, este no fue el caso. ¿Qué impactos tienen las recientes declaraciones que han emitido ambos mandatarios?

López Obrador y Milei son presidentes de dos de los países y economías más reconocidas de América Latina. Sus gobiernos cuentan con importantes conexiones alrededor del mundo, lo que les genera una posición sólida para establecer interacciones profundas y de cordialidad, o al menos, eso se espera de sus líderes.

En este contexto, hace poco en entrevista, el presidente de Argentina apuntó: “que un ignorante como López Obrador hablara mal de él, le enaltecía”. El comentario se produjo a raíz de las preguntas del entrevistador en torno a la relación que mantenía con su similar mexicano. Tiempo atrás, el mandatario mexicano se había mostrado inconforme por la victoria electoral de Milei en el país gaucho en diciembre pasado, pero en respuesta de la reciente declaración del argentino, el tabasqueño mencionó que “no había entendido cómo los argentinos habían votado por alguien que despreciaba al pueblo”

No es sorpresa que Milei haya arrebatado contra López Obrador, ni que el mandatario mexicano haya emitido declaraciones de temas ajenos, particularmente por tres razones en conjunto. La primera es que el político argentino de extrema derecha ha mostrado limitada o nula tolerancia a otras corrientes políticas, como la izquierda. Es por ello por lo que desde que asumió la Presidencia en el último mes de 2023, su administración no ha conducido relaciones cordiales con gobiernos de izquierda en Latinoamérica, con los que, por la zona geográfica en la que se encuentra, debería ser una prioridad. Algo similar ha hecho el tabasqueño, acercándose más a gobiernos afines a su corriente política y limitando la interacción con los de derecha.

Una segunda razón que quizá aplique más para el presidente argentino es que, a diferencia de muchos políticos, no suelen guardar lo que meditan o reflexionan, sino que justamente dicen lo que piensan. En un entorno libre, esto sería lo más ideal para el desarrollo personal, pero en la política, que es un espacio en el que se debe dotar un especial cuidado a la acción y al comentario, decir lo que se piensa puede entregar información valiosa a los rivales e incluso resultar en problemas mayúsculos domésticos o de índole diplomática.

Como tercer punto, si bien Milei es de extrema derecha y López Obrador de izquierda, ambos son políticos populistas. Por ende, es común que, en vez del diálogo y comprender la diferencia para cooperar, ataquen y desestimen aquello que no les favorece, aquello que contrasta con su visión, sin importar lo necesario que sea para la democracia.

En conjunto, parece complicado que líderes así puedan conducir sanamente relaciones no sólo hacia el exterior, sino al interior de sus países; es decir, los riesgos son elevados para quienes no dimensionan el cargo que tienen y las implicaciones que se desprenden de sus acciones y declaraciones.

Google News