El museo del Louvre, en París, posee una colección de más de 50 tarros decorativos que tienen forma de animales, dioses u otros sirvientes del imaginario egipcio. Este tipo de tarros es frecuente en muchos museos porque todo el mundo en el antiguo Egipto, desde los faraones a los campesinos, hombres y mujeres, se pintaba una línea negra y gruesa sobre el ojo; muchos fallecidos eran enterrados con tarros de kohl para que pudieran seguir haciéndolo en la otra vida. Se creía que el kohl tenía mágicos poderes protectores y, tal y como ocurre hoy, servía para crear la ilusión óptica de hacer que el blanco del ojo destacara, lo que entonces al igual que ahora se consideraba diferente y atractivo.

En 1912 el egiptólogo alemán Ludwig Bernhard descubrió el busto de Nefertiti, la antigua reina egipcia de rasgos simétricos y ojos almendrados, resaltados con khol. Los lápices khol actuales se inspiran en uno de los cosméticos más antiguos de la historia. El khol lo usaban en el antiguo Egipto (3.100 a C), tanto hombres como mujeres, para oscurecer y delinear los ojos , se cree inicialmente como forma de protección visual.

El tipo de calidad de kohl utilizado dependía de la posición social y económica. Inicialmente utilizaban una mezcla de hollín y grasa animal, pero no resultaba en un negro profundo como lo conocemos actualmente, poco a poco fueron desarrollando la receta y añadiendo sulfuro de plomo, para evitar que fuese un compuesto fuerte para usarlo cerca de la mucosa ocular añadían alumbre, clavos de olor, zanjar, incienso de olíbano, azafrán, hinojo y aceite de neem. Las altas esferas exigían algo más especial y el suyo se confeccionaba principalmente con galena de la más alta calidad, la oscura forma metálica del sulfuro de plomo y las hierbas medicinales; pero además se molía y mezclaba con perlas, oro, coral y esmeraldas también molidas, para aportar brillo y una sutil coloración.

El khôl les permitía de hecho tener una mirada misteriosa y potente que les gustaba particularmente. Así se convirtió en un producto de maquillaje en sí mismo, como puede atestiguar la iconografía del antiguo Egipto. Otras civilizaciones (griegas, romanas, árabes o bereberes) lo adoptaron por mimetismo. Hoy en día sigue siendo muy utilizado en las zonas áridas, como en el Sahara, donde sigue combinando protección ocular y belleza ocular. Los diferentes pueblos lo llaman de formas diferentes. Árabes y egipcios modernos aún lo conocen como kohl, mientras que antiguos griegos y romanos lo denominaban kollurion. En la India y el Pakistán modernos es conocido como surma.

El delineado en la parte de abajo del ojo era habitual hasta la IV Dinastía (2494 a. C.), donde se deja paso al delineado en negro. De esta Dinastía en adelante, el maquillaje de ojos se usaba muy exagerado, dibujando líneas que enmarcan el ojo, continúan hasta la sien y bajan hacía la nariz por el otro extremo. Los maquillajes variaban en grosor de líneas y longitud a lo largo de los años, pero se mantienen los colores, siendo el verde, el negro y el azul intenso, junto a toda la gama de grises los más usados por los egipcios.

En 2010, unos investigadores franceses analizaron restos de polvo encontrado en unos tarros de kohl descubrieron que también contenían algo mucho más precioso: productos químicos hechos por los egipcios, incluidos dos tipos de cloruros de plomo, cuya preparación habría tardado aproximadamente un mes debido a los procesos de fermentación.

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