Para los holandeses, Guillermo I de Orange es el padre de la nación. A mediados del siglo XVI, los Países Bajos del Norte no eran independientes sino una región eminentemente protestante, gobernada por el católico Felipe II de España. Guillermo I, católico también pero firme partidario de la libertad religiosa, lideró la rebelión contra España. La Casa de Orange continuó ejerciendo una gran influencia en la política europea durante varios siglos y los descendientes de Guillermo todavía son los monarcas reinantes en Holanda. Los siglos de disturbios han dejado su impronta: los holandeses se enorgullecen tremendamente de su historia, su país y el color firma que representa a su familia real.

La Casa de Orange es prueba evidente de que la marca personal no es un concepto nuevo: un retrato tras otro, todos sus miembros aparecen ataviados con vestimenta en tonos naranjas. Todo comienza con bastante sutileza: en un estudio de Adriaen Thomasz Key pintado en 1579, Guillermo I lleva puesto un traje de fino brocado negro muy a la moda, con ribetes bordados en tonos naranja y dorado. Un retrato del rey Guillermo III de Inglaterra, también Estatúder (el título honorífico que se concedía a los Orange en los Países Bajos), atribuido a Thomas Murray, no es tan sutil. En este caso, se representa al rey sobre un fondo de rico brocado naranja rojizo, luciendo un voluminoso manto de terciopelo color fuego con ribetes de armiño y sujeto al frente con dos enormes borlas de seda en un atractivo tono naranja calabaza.

Los holandeses, en agradecimiento a Guillermo I, adoptaron el color con entusiasmo. La tonalidad exacta por la que el pueblo holandés ha mostrado su favor ha ido variando a lo largo del tiempo. En pinturas de la época, el naranja que llevan los miembros de la Casa de Orange es casi un ámbar tostado, mientras que el que más se usa actualmente es un naranja de un tono alegre y brillante similar al de una mandarina.

La bandera holandesa, que hoy es azul, blanca y roja, en su origen tenía tres rayas de color azul, blanco y naranja, a juego con los colores que usaba Guillermo I pero, por mucho que lo intentaron, nadie fue capaz de encontrar un tinte suficientemente estable: la franja de color naranja o se desteñía por el paso del tiempo o por su exposición al sol y se convertía en un amarillo deslavado o se oscurecía hasta llegar casi al rojo. Para la década de 1660, los holandeses se dieron por vencidos y empezaron a usar el rojo directamente, es por eso que este color tan representativo no se encuentra en su símbolo nacional.

Por el contrario, las primeras zanahorias domesticadas por el ser humano se cultivaron en Afganistán alrededor del año 3000 antes de nuestra era. Estas zanahorias eran de color púrpura por fuera y amarillo pálido por dentro. El cambio definitivo se produjo en los Países Bajos, entre los siglos XVI y XVII, cuando los agricultores holandeses empezaron a cultivar y mejorar esta variedad de zanahoria y a expandirla en sus rutas comerciales. Según la leyenda, lo hicieron como un homenaje a la Casa Real Orange. Sin embargo, cabe destacar que no fueron un invento holandés, sino que las zanahorias naranjas ya habían aparecido antes de forma natural; pero si fue el resultado de la selección estratégica y expansión comercial de los agricultores.

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