Aunque este domingo es seguro el lleno total del Zócalo y de casi la totalidad de las 117 ciudades donde se llevarán a cabo las concentraciones en Defensa de la Democracia, el domingo 18 y el lunes 19, el presidente y los floreros de la 4t saldrán con la broma de que los mexicanos reunidos en todo el país, fueron menos de 110 mil; y que su amurallamiento en Palacio Nacional fue para prevenir daños.

La Defensa de la Democracia tiene que ver directamente con el intento de Andrés Manuel López Obrador de acabar con los equilibrios de poder, subordinar al Poder Judicial, la desaparición de instituciones Autónomas (el Instituto Nacional Electoral, la Comisión de los Derechos Humanos, el Instituto Nacional de Acceso a la Información y otras entidades reguladoras del Estado); con la incursión y el control que grupos del narco de amplias zonas del territorio nacional, de actividades productivas y de la impunidad de sus crímenes (92 asesinatos diarios es el promedio en este gobierno); y, especialmente, de su incursión en los procesos electorales de 2021, 2022 y 2023.

Latinus documentó en entrevista con el dirigente de un cártel en Guerrero, que organizaron en esa entidad los cuadros partidistas municipales de Morena, nombraron candidatos y los hicieron triunfar, en 2006 (habrá que investigar si también financiaron a Morena en 2012 y en 2018).

Las concentraciones demuestran el creciente malestar social por la corrupción gubernamental, que alcanza a los propios hijos del presidente y pone en tela de juicio su honestidad al aparecer cada vez más evidencias de que su equipo de trabajo recibió dinero del narco para la elección de 2006, dicho por propios narcotraficantes mexicanos; por la violencia que supera las 179 mil personas (a pesar de los subregistros), la desaparición de más de 40 mil personas (a pesar de la desaparición de desaparecidos) y más de 15 mil feminicidios, en lo que va de este sexenio; y, por la incompetencia gubernamental.

El éxito de las concentraciones residirá no en el número, sino en el hecho de que muchísimos mexicanos que no habían participado antes en ellas, descubrirán que no están solos, que vale la pena hacer algo -de manera pacífica y ordenada- para evitar la destrucción del país de continuar este régimen de terror, impunidad, corrupción y mentiras; en que serán reuniones sin acarreados ni pases de lista; en que muchos afirmarán su confianza en que están en el camino correcto y que para buscar un México mejor será necesario trabajar más para que los jóvenes y los indecisos acudan a votar, ya que con más de 65 millones de sufragios el riesgo de fraude o de violencia electoral, se reduce.

También estas concentraciones ciudadanas -no partidistas ni a favor de una candidata- se reunirá para frustrar el intento del presidente de mantener el poder a cualquier costo (por las buenas o por las malas). De manera libre, civilizada y respetuosa la sociedad organizada hará patente su hartazgo con la perversidad e incompetencia de este gobierno. Y sí se hará patente la voluntad y determinación civil de defender lo más preciado para este país: la democracia y las libertades.

Esta reiterada expresión de poder de la sociedad organizada no será la única vez que tome la calle, particularmente si Andrés Manuel persiste en su proyecto de acabar con las instituciones, libertades y los derechos de los mexicanos.

La sociedad está viva. El siguiente paso será elegir un buen gobierno.



Periodista y maestro en seguridad nacional

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