Hablan en el Congreso del estado. Explican sus derechos, sus sueños, anhelos, lo que quieren en la vida. Son jóvenes con discapacidad intelectual, quienes participan en el Taller de Legislación con Inclusión.

Sus edades fluctúan entre 18 y 28 años. Platican de sus experiencias en la escuela, en el trabajo y lo que esperan hacer en el futuro, como ser independientes, tener una pareja, una familia e integrarse plenamente a la sociedad.

Uno a uno relatan sus historias. Cuentan sus anhelos, lo que quieren en la vida, y sus derechos, como formar una familia, sus derechos reproductivos, al trabajo. “Todas las personas con o sin discapacidad poder amar a cualquier persona”, dice Sebastián Cervantes Cota, joven con discapacidad intelectual, en el foro organizado por la diputada local, Tania Palacios Kuri.

Cada joven que toma la voz explica uno de los derechos que tienen, como el de movilidad. Juan Pablo Ramírez Muñoz señala que tienen el derecho de ir a cualquier lugar que quieran, como el cine, pasear, a tomar un café, sin que los juzguen y sean discriminados.

Los presentes lo escuchan atentamente, mientras Juan Pablo explica que también necesitan de textos más fáciles de asimilar. Hace una petición a los diputados y al Presidente de la República: que sean breves, que vayan al punto y no hagan tantas pausas.

“Tenemos derecho a una accesibilidad universal, que podamos usar cualquier red social para nuestro uso diario y que las usemos con moderación y con cuidado, para aceptar a nuestros amigo y nuestra familia. Además necesitamos más rampas para mamás que lleven carriolas y adultos mayores que usen sillas de ruedas. Nos tienen que tratar igual que a todos”, abunda.

Carla Álvarez Ortiz, de 24 años de edad, quien participó en clases incluyentes de comunicación, expresión en medios, producción radiofónica, en la Universidad del Valle de México (UVM), dice que los chicos con discapacidad intelectual son bien recibidos en la ese centro de estudios, donde tienen clases de diferentes tipos.

Indica que además de las clases normales, también reciben actividades físicas. Ella también hace sus prácticas laborales en una cafetería al interior de la universidad y forma parte de un equipo de porras que en abril participará en un concurso en Orlando, Florida.

Cuando termina su participación baja del estrado donde suben los jóvenes a relatar sus puntos de vista. Choca las palmas de las manos con sus compañeros y vuelve a su lugar, para escuchar ahora a Dulce de Luna Lara, compañera suya en la UVM, quien también realiza prácticas labores en otra cafetería en la misma escuela.

Dulce luce nerviosa en un inicio, pero en poco tiempo se adueña de la situación y el escenario. Explica que también ha realizado trabajo en una papelería, haciendo diversas actividades.

Jorge Alejandro Galindo García vive un día especial. Es su cumpleaños y participa en el taller de Legislación con Inclusión. Los presente le cantan las mañanitas y la diputada Palacios Kuri le da una rebanada de pastel.

El joven, quien se prepara como autogestor, pues —dice— le gusta ayudar a los demás y tiene vocación de servicio. Precisa también que le gusta la gastronomía y se anhelo es ser chef profesional, pues le gusta mucho cocinar.

Jorge ya trabajó en un conocido restaurante de la ciudad de Querétaro, pero por cuestiones de salud debió de abandonar el empleo. Una lesión en el pie lo obligó a dejar su actividad: un desgaste en el empeine.

No es el primer empleo que lo vincula a su sueño de ser chef, pues con anterioridad también prestó sus servicios en una cadena de pastelerías, donde hacía galletas.

Jorge no quita el dedo del renglón. Quiere ser chef, para que “todos amen mis platillos”, dice, al tiempo que agrega que se quiere especializar en comida mexicana.

En lo personal, comenta que quiere casarse con su novia, Paola, con quien tiene ya una relación de 23 meses.

Francisco Teutli Guillén, coordinador académico y fundador del Centro de Apoyo y Calidad de Vida A.C., comenta que la inclusión en la sociedad de los jóvenes con discapacidad intelectual se puede lograr con los apoyos que brinden, de todos los niveles.

“Si los chicos no reciben una información, una educación y no reciben los apoyos que necesitan va a estar difícil que se incluyan. En la parte laboral, muchos dicen que las empresas no abren espacios. Sí hay los espacios, pero nosotros tenemos que ofrecer chicos que garanticen que el área de trabajo que está necesitando la empresa lo va a hacer, porque la empresa no va a contratar a alguien que no sabe hacer nada”, precisa.

Añade que en el estado, la única universidad que tiene un programa que acepta a personas con discapacidad intelectual es la UVM, aunque otras instituciones ya tienen acceso a otras personas con discapacidad.

Apunta que alrededor del 10% de la población a nivel nacional padece una discapacidad, aunque en Querétaro no se tiene un número exacto de cuántas personas hay con esta condición.

El taller concluye y los participantes se toman fotografías para recordar la ocasión. Ríen, caminan de un lado a otro, se abrazan, se felicitan. Su maestro los felicita y reconoce su esfuerzo. Ellos sonríen contentos, orgullosos. Su lucha es paso a paso y un día a la vez.

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