En la calle Hidalgo del Centro Histórico de la ciudad, tal como lo hace desde hace 37 años, Marco Antonio Espinoza Pineda vende y repara uno de los equipos cada vez en más desuso: la máquina de escribir. Pero tal es su cariño por este añejo medio de comunicación, que  ya prepara la apertura de un pequeño museo, el cual reunirá alrededor de 40 diferentes modelos y marcas, para preservar la memoria de un artículo que a tantas personas ha acompañado por décadas.

Y es que en una era dominada por la tecnología, el sonido del teclado, el rodillo, la hoja de papel que se desplaza de un extremo a otro para marcar el texto, se resisten a desaparecer.

Marco Antonio, al frente de su negocio de reparación llamado “Eposa”, dice que si bien hoy en oficinas públicas y privadas su principal herramienta de trabajo son los equipos de cómputo, también afirma que al interior de éstas hay al menos una o dos máquinas de escribir, ya sea mecánica, electromecánica o electrónica.

Con nostalgia recuerda aquellos años de auge en su negocio, dónde  tenía contratos de mantenimiento de grandes industrias, no sólo en Querétaro, sino de municipios del estado de Guanajuato, con clientes  que poseían hasta 50 máquinas para su operación diaria.

Aún se usan y se reparan máquinas de escribir en Querétaro
Aún se usan y se reparan máquinas de escribir en Querétaro

Sin embargo, pese a los avances tecnológicos  ha conservado clientes por más de tres décadas, entre ellos empresas, juzgados, el Consejo de la Judicatura y municipios serranos. Inluso estudiantes de medicina siguen siendo acudiendo a él, pues al realizar su servicio social en  hospitales lejanos, se les exige llevar una máquina de escribir, relata el técnico especialista.

A los ejemplos anteriores se suman personas de la tercera edad, quienes han convertido a la máquina de escribir en una terapia de movilidad, y otros más que aprovechan para redactar su historia de vida; aparte del interés de coleccionistas por artículos antiguos.

“Los principales clientes son todavía algunas empresas que nada más tienen una o dos (máquinas), y los juzgados que casi todos tienen al menos una máquina para hacer sus encabezados en los folders; también los nuevos médicos que entran a dar su servicio en los hospitales y se les exige llevar máquina de escribir. Entonces cada seis meses vendo alrededor de 20 a 30 máquinas; además está el uso de la máquina en las zonas de la sierra, dónde no hay los medios digitales”, precisa.

Aún se usan y se reparan máquinas de escribir en Querétaro
Aún se usan y se reparan máquinas de escribir en Querétaro

Pero pese a tener una demanda menor últimamente, Marco Antonio se dice afortunado de atender prácticamente todo el mercado queretano. “Creo que soy ya el único establecido”, luego de que hasta hace unos años solo en el municipio capitalino habían alrededor de 46 negocios dedicados a la venta, reparación y mantenimiento de máquinas de escribir, recuerda.

“Yo todo lo que me llevan trato que funcione, busco por todos lados y recibo máquinas para poder componer alguna otra. Sí se batalla más para encontrar las refacciones originales, pero se consiguen en la Ciudad de México, ahí tengo mis proveedores”, informa el técnico.

Así es la actividad del pequeño negocio, que en sus  anaqueles conserva lo mismo máquinas tanto portátiles y de escritorio, como de la marca Remington, Olivetti, Olympia así como IBM. Hoy día, además de  sumadoras se ha diversificado y ofrece el mantenimiento de impresoras, además de la  venta de diversos  artículos relacionados con estos equipos.

“Sigo teniendo trabajo. Tal vez a mí no me ha bajado, por aquí no pasó la pandemia. Fui favorecido porque tuve más trabajo con las impresoras”, asevera, al estimar un incremento del 10% de clientes al atender impresoras también.

Actualmente, en promedio al mes, trabaja en el mantenimiento de 25 impresoras y la reparación de alrededor de 15 máquinas de escribir.

Marco Antonio Espinoza, originario de Pachuca, Hidalgo, pero queretano por adopción desde hace 48 años, comenta que el oficio de reparación de máquinas es de familia, pues sus cuatro hermanos se dedicaron a esta labor, en la que hoy solo él permanece.

“Yo aprendí por medio de un hermano mayor, él me invitó; es un oficio de familia, éramos cuatro hermanos dedicados a lo mismo, pero ya nada más quedé yo, cada uno tenía su taller”, agrega el técnico.

Asegura que para él su trabajo resulta terapéutico y se divierte arreglando las máquinas desde las primeras horas del día. “Espero seguir (en este trabajo), es mi modo de vida, no sé hacer otra cosa. Yo tengo siempre algo que hacer, no estoy esperando a ver qué llega, siempre hay trabajo”, agradece el especialista.

Con la experiencia acumulada y reconocida, comparte que trabaja en la creación de un pequeño museo dentro de su negocio. Buscará con ello que la población conozca la evolución de la máquina de escribir y su importancia en la vida diaria, sobre todo para aquellos jóvenes que la no conocen y que mucho menos la han utilizado.

Adelanta que serán alrededor de 40 piezas que estarán en exposición, entre máquinas mecánicas, electromecánicas y electrónicas, así como un procesador de palabras e incluso sumadoras. Su intención es que está iniciativa esté lista al público en el mes de noviembre de este año 2023.

“La idea es que las nuevas generaciones conozcan la evolución de cómo llegó la tecnología y puedan tomarse  foto con objetos históricos”, concluye.

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