En un país donde la corrupción y la opacidad gubernamental son moneda corriente, la situación en la alcaldía Benito Juárez de la Ciudad de México es un ejemplo extremo de la negligencia y el desprecio por los derechos humanos por parte del gobierno de Morena.

La contaminación del agua potable y la falta de una respuesta por el gobierno de la CDMX en torno a este problema no sólo son un insulto a la inteligencia de los ciudadanos, sino también un flagrante atentado contra su salud y bienestar. Sin embargo, lo que resulta casi tan indignante como la presencia de contaminantes en el vital líquido es la respuesta del gobierno de Morena, caracterizada por la opacidad y la negligencia más flagrantes.

Desde mediados de marzo, los vecinos han levantado sus voces, alarmados por el agua turbia y con olor a combustible que llega a sus hogares. A pesar de las denuncias y las evidencias contundentes, las autoridades han preferido ignorar los llamados de auxilio, dejando a la comunidad a la merced de una situación insostenible.

El derecho al agua potable es un pilar fundamental de la dignidad humana, reconocido como esencial para una vida saludable y digna. Sin embargo, el gobierno de Morena parece haber olvidado esta premisa básica, optando por ocultar información vital en lugar de abordar de manera transparente y efectiva el problema.

La retención de los resultados de los análisis del agua por parte del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex) es una afrenta al derecho de los ciudadanos a la información. ¿Qué tienen que ocultar? ¿Por qué se niegan a compartir datos cruciales que podrían proteger la salud y el bienestar de la población?

La pregunta que resuena en la mente de cada ciudadano afectado es: ¿qué esconden las autoridades y por qué lo esconden? ¿Acaso temen enfrentar la realidad de una crisis que han ignorado durante demasiado tiempo? ¿O acaso hay intereses ocultos que prefieren proteger a expensas de la salud y el bienestar de la población?

La falta de transparencia sólo alimenta la desconfianza y la sospecha. ¿Qué hay detrás de esta cortina de secretismo? ¿Acaso se trata de negligencia pura y simple, una muestra más de la incompetencia de un gobierno que ha perdido el rumbo? ¿O estamos ante algo más siniestro, donde los intereses políticos y económicos están por encima de la vida y la salud de los ciudadanos? Las preguntas abundan, pero las respuestas brillan por su ausencia. Y mientras tanto, los ciudadanos continúan sufriendo las consecuencias de una crisis que podría haberse evitado con una acción oportuna y transparente por parte de las autoridades.

Si el gobierno de Morena se siente lo suficientemente impune como para esconder la crisis del agua, ¿qué más podrían estar ocultando en ámbitos menos visibles, pero igualmente cruciales para el bienestar de la población?

La opacidad gubernamental plantea serias dudas sobre la integridad y la responsabilidad de aquellos que han sido elegidos para proteger y servir al pueblo. Por eso es hora del cambio, de tener gobernantes a la altura de la responsabilidad. La opacidad y la negligencia no pueden seguir siendo toleradas en una sociedad que se precie de ser democrática y justa. Es la hora de votar por Xóchitl Gálvez.

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