Con gritos de júbilo al entonar “La Marsellesa” mientras caminaban y golpeaban un balón de futbol por la calle Oktober 6 de Budapest, Hungría, un grupo de aproximadamente 80 franceses festejaron el título de su selección en el Mundial de Rusia 2018.

En el corazón del distrito cinco, en la zona de Pest, tres franceses con ascendencia africana emulaban a Pogba, Mbappe y Matuidi en el golpeo del balón a unos metros de la calle Jozsef Atila.

Ellos lo hacían en el asfalto, no en el césped, al mismo tiempo que otros franceses o aficionados a Le Blue presumían sus playeras o banderas en su espaldas, un día después de que la población francófona festeja el aniversario de su Revolución.

Comensales de distintas nacionalidades los observaban con asombro desde las mesas de restaurantes. Italianos, estadounidenses, españoles, mexicanos y argentinos dominaban en las calles en la zona turística de la capital de Hungría.

Mexicanos de la capital del país, así como de los estados de Monterrey y Querétaro disfrutaron de un tobogán de emociones mientras vieron los 90 minutos del partido, en el interior de un bar a 40 metros del río Danubio. Diego y Bernardo, seguidores rayados, intercambiaban puntos de vista y expresiones conforme avanzaban los minutos y la calidad de Griezmann, Giroud, Modric y Perisic se observaba en la pantalla.

Estaban sentados en las inmediaciones del llamado Puente de las Cadenas, resguardado por dos esculturas de leones que turistas del estado de Morelia habían fotografiado tres horas antes.

El silbatazo del árbitro argentino Sergio Pitana para concluir el juego, con la victoria de 4 a 2 a favor de Francia, también marcó el final de una conversación de Bernardo con Bárbara y su abuelo Roberto, que vienen desde Argentina para disfrutar las maravillas de Europa.

Posteriormente, tomaron por asalto las calles los franceses y sus seguidores que observaron el partido desde las pantallas colocadas en la plaza que tiene columna que recuerda el dominio soviético en la Budapest de segunda mitad del siglo XX.

El edificio del Parlamento, el puente de las cadenas, que atraviesa el Danubio, y el “Ojo de Budapest” fueron testigos del festejo francés, encabezado por su técnico Didier Deschamps en Moscú, 20 años después de cuando levantó el trofeo como capitán de Le Blue en el estadio de Saint Denis.

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