Las epidemias en la ciudad de Querétaro y su territorio han sido recurrentes. Algunas de ellas sólo identificadas como “gripa”, pero que a ciencia cierta no se sabe realmente de qué enfermedades se trata. De acuerdo al historiador Gustavo Pérez Lara Hernández, la más recordada es la de 1918, la llamada gripa española.

Señala que hay otra epidemia recordada en el año 1825, cuando Querétaro tuvo a su primer gobernador. Durante los primeros años después de la conquista española, explica Pérez Lara Hernández, hubo brotes infecciosos que azotaron a la población. Los indígenas fueron los más afectados. El término para la enfermedad era matlazáhuatl.

En 1543, apenas 12 años después de la fundación de la ciudad de Querétaro, hubo una epidemia que diezmó, principalmente, a la población indígena. De la provincia de Michoacán el mal se dispersó hacia lo que actualmente es Querétaro. Del total de la población, en su gran mayoría indígena, se estima que sólo sobrevivió una sexta parte, de acuerdo al texto La Movilidad Poblacional en Tlachco/Querétaro, Siglos XVI y Principios del XVII, de Lourdes Somohano Martínez. Ello trajo como consecuencia que casas y tierras de cultivo quedaran abandonadas.

En ese entonces, Querétaro era un pueblo de indios y era conocido como el nombre de Tlachco, que significa “juego de pelota” en náhuatl, mientras que Querétaro es un vocablo en purépecha.

En 1576 otra epidemia azotó a Querétaro, acabando con más de la mitad de los pobladores. En esta ocasión incluso los descendiente de don Fernando de Tapia fueron víctimas de esta enfermedad. Sólo sobrevivió, varón, Diego de Tapia, quien en ese entonces era niño.

Unos años después, en 1595, hubo otra epidemia en la Nueva España y Querétaro, como centro urbano importante fue afectado. Entre 1596 y 1597 se estima que murieron más de mil personas. Ello trajo problemas tributarios a la corona española, por la gran mortandad de tributarios.

En aquel entonces las epidemias era conocidas como cocoliste, término que se refiere principalmente al tifus, grupo de enfermedades transmitidas por las picaduras de piojos, garrapatas, ácaros y pulgas, cuyos síntomas son fiebre alta, escalofríos, erupciones cutáneas y dolores de cabeza.

Centros de muerte

En el siglo 18, explica Patricia Pérez Munguía, profesora de la licenciatura y maestría en Historia de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), durante las epidemias en Querétaro los obrajes fueron centros de muerte, pues había entre 50 y 70 personas al interior durante meses.

“En 1778 viene una importante epidemia de viruela y con esa murieron más de seis personas en la ciudad. Ahí hizo [la epidemia] limpia en los obrajes. Algo que he encontrado en los documentos es el informe del obrajero, que cierra el obraje porque se apestó. Eso quiere decir que en el obraje hay muchas personas muertas. Hubo bajas importantes en la población. Esa epidemia mató mucha gente”, narra.

Pérez Lara Hernández explica, a su vez, que en 1825 la epidemia que afectó ese año a Querétaro también tenía repercusiones estomacales muy fuertes. Hasta la fecha, dice, siguen investigando qué enfermedad era.

El historiador recuerda que a finales de los 90 del siglo pasado, cuando se remodeló y se hizo un estacionamiento subterráneo en Plaza Constitución se localizaron cuerpos enterrados en el sitio, los cuales se estudiaron para saber si eran de la época y saber de qué enfermedad se trató.

Ya en el siglo 20 la gripa española llegó a Querétaro, afectando a la población. Aunque no fue la única, pues también se dice que hubo un brote de lepra.

A finales del siglo 19, explica Pérez Lara Hernández, a la par del ferrocarril había un servicio que se llamaba tren de mulitas. Era un vagón tirado por mulas que daba servicio de transporte de la ciudad de Querétaro a El Pueblito, actualmente Corregidora.

El servicio fue interrumpido en 1933, pues se decía que había lepra en El Pueblito.

“Uno de los padecimientos que se hablaba que había alrededor de Querétaro era esa enfermedad y por ciertas cuestiones siempre se ha relacionado esta enfermedad con la minería.

Dicen que esta fue una de las razones por las que las minas de Jalpan de Serra y la zona de la Sierra Gorda se cerraron, porque había riesgo de contagio, de lepra, en aquellos que explotaban ese ramo. Aunque esa afirmación no tiene fundamento científico”, asevera.

Agrega que mucha gente dice que se puede comprobar que en esos años la lepra tuvo un brote importante en El Pueblito.

“Hay que recordar que la lepra tuvo realidad nacional, partiendo que desde el mismo Hernán Cortés tras la caída de Tenochtitlan construyó el primer cementerio para leprosos, y era también acompañado por un templo y un hospital. Este estaba, según algunos dicen, por Chapultepec”.

Señala que ese hospital se demolió porque se decía que contaminaba las aguas que surtían a la ciudad. Luego se construyó otro en la zona de Lecumberri, junto con su templo.

Las epidemias y enfermedades siempre han estado presente en Querétaro. Sin embargo, la ciudad ha resurgido. Su población se ha recuperado y ha seguido con su vida, sus tradiciones y su cultura, demostrando la entereza del pueblo queretano.

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