Hay personajes en la naturaleza que marcan una notoria diferencia por la combinación entre belleza y extrañeza que muestran. Muchos de ellos no dejan de sorprendernos por su forma física y por sus características que les son únicas y que ponen a prueba hasta el sentido común.

Uno de esos casos corresponde al oso hormiguero, del cual existen cuatro especies que se diferencian por su tamaño y detalles. Se les conoce por osos hormigueros, osos palmeros, tamandúas y yurumíes, cuya larga lengua cilíndrica y pegajosa es conocida como trampa de hormigas. Son de cuerpo robusto, cola larga, tienen dedos fuertes con uñas largas y curvadas.

La diferencia con otros animales se da curiosamente en los pulgares de sus patas, que en lugar de ir hacia delante como en todas las especies, van hacia atrás y son púas de cuatro a seis centímetros de largo, las cuales utiliza como única arma contra depredadores que lo ataquen, suelen ser felinos, a los que abraza les clava los pulgares y si el atacante trata de escapar, este abrazo suele ser fatal para ambos.

Carece de dientes. Tiene muy desarrollado el sentido del olfato, que utiliza para encontrar su alimento que suelen ser hormigas y termitas.

Ha estado en peligro de extinción por la destrucción de su hábitat, pues su capacidad de reproducción es de solamente una cría al año y su periodo de gestación es de 130 a 150 días. En algunos lugares aún es objeto de cacería clandestina. Aunque es una especie pacífica, suele defenderse. Sin embargo, a pesar de su importante función en el control de insectos, pareciera que no se le reconoce en su justa dimensión. Encontrarse con algún ejemplar, como el de esta imagen, es siempre una oportunidad de maravillarse y disfrutar de la manera como se comporta si no es molestado. Aquí les dejo el obsequio de un retrato posando en la rama de un árbol en una noche clara. Disfrútenla, como seguramente se disfrutaron estos días oportunos para la reflexión, el descanso y la recreación en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

@GerardoProal