La Casa Verde y Chavita invita, lugares de gozo y retozo, son parte de la historia del barrio, antiguo refugio de indocumentados, con hoteles de mala muerte y tugurios de tercera.

Actualmente, sus calles lucen adoquinadas y se respira un aire de barrio histórico para turistas. Los hoteles y posadas existen, pero lucen solos y tristes. Los borrachos y las suripantas han desaparecido.

La cantina La Casa Verde alberga una galería de fotografías que atestiguan el negro y bullanguero pasado del barrio del ferrocarril. El sitio, ubicado en la calle Cuauhtémoc, abrió sus puertas en 1928 y todavía da servicio.

En esas imágenes se puede apreciar, por ejemplo, que el tren pasaba por debajo de los arcos; que las vías estaban tendidas sobre la calle de Cuauhtémoc; y que la casa donde ahora está la cantina, que no era verde, ya existía desde 1885.

Cuentan que debajo del bar hay tanques de almacenamiento de gasolina y que el negocio tronó, hace mucho “porque los carros eran jalados por caballos”, como se ve en las imágenes, dice El Flaco.

En una de sus cortinas se puede leer: “Patrimonio de la ciudad”, por ello, José Antonio González afirma que los turistas se deberían parar en su negocio, “que pasen a ver las fotos y tomarse un cerveza”.

Anteriormente, el local daba servicio en la esquina de Escobedo y Guerrero, fueron los pioneros del auto servicio. “Llegaba la familia y el señor entraba y a la señora y los hijos se les servía en el coche”, contó.

La Casa Verde es un establecimiento reducido. Una barra y cinco mesas conforman todo el mobiliario, además cuenta con una galería de fotografías que ha sido chuleada por sus visitantes, incluso por el director del Museo del ferrocarril.

El negocio mantiene su esencia de cantina abandonada, donde se encuentra el bolero, el obrero, el profesionista y “eso es lo bonito de una cantina”, dijo la propietaria de la licencia, María Elena Quinard.

En la entrada del bar Chava Invita se lee una placa, “desde 1944 a 2009” y a un lado un “Se vende”. Los dueños traspasan el negocio, sin embargo, el encargado dijo a EL UNIVERSAL Querétaro que sólo cambiarán de lugar, no de nombre, tampoco de giro.

Pero si de rarezas se trata, en el bar la Selva Taurina, sobre la barra, existe un frasco gigante y en su interior flota una víbora de cascabel muerta. La bebida es conocida como “La Culebra” o “La Víbora”. Tómese bajo su propia responsabilidad y, de preferencia, con acompañante que lo levante de piso y no le robe la cartera.

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