Una furiosa ola chocando repetitivamente contra un acantilado: así se puede resumir el Segundo Debate Presidencial. Lo que en la naturaleza es un espectáculo edificante, en la política se vuelve tedioso y hasta contraproducente. Los embates continuos de Xóchitl Gálvez contra Claudia Sheinbaum, una y otra vez durante el encuentro, resultaron a final de cuentas infructuosos y redundantes. La repetición de ataques, lejos de desgastar a su adversaria, sólo sirvió para disipar el potencial de un intercambio verdaderamente enriquecedor. ¿Y Máynez? Bien, gracias.

“Candidata de las mentiras”, “narcocandidata”, imágenes de Claudia Sheinbaum con nariz de Pinocho, formaron parte del arsenal que una combativa Xóchitl Gálvez —quien, tras presentarse como ciudadana, finalmente aceptó ser la candidata del PRI, PAN y PRD— lanzó contra una imperturbable Claudia Sheinbaum. Estos ataques, sin embargo, terminaron resonando como un eco monótono de acusaciones. Si bien reafirmaron el apoyo de su base más leal, desilusionada por su actuación previa, es dudoso que lograran mermar la base morenista o atraer a los votantes indecisos.

Por su parte, la exjefa de Gobierno de la capital respondió a las acusaciones de Gálvez con el argumento que el único “narcogobierno” había sido el de Felipe Calderón. Con una sonrisa burlona, corrigió a Gálvez sobre la salinidad del lago de Texcoco y se mantuvo en su rol de “dama de hielo”. Aunque esta compostura asegura la lealtad del votante morenista, podría no ser suficiente para atraer a otros sectores, como el voto juvenil, que quizás busquen un enfoque más dinámico o apasionado; aunque por la ventaja que le brindan las encuestas, no quiere o no necesita buscarlo.

Allí es donde Jorge Álvarez Máynez entra en la ecuación. Sabe que no es el favorito y busca captar aquellos votos que Gálvez no logra asegurar y que Sheinbaum parece desatender. En el argot electoral, se convertiría en un verdadero “cachavotos”. Sus intervenciones inicialmente parecían monólogos hasta que decidió confrontar directamente a su rival del PRI-PAN-PRD en un breve escarceo. Fuera de estos momentos, sus sonrisas y poses parecieron diseñadas a propósito para resonar en las redes sociales para dar lugar a innumerables memes. Máynez parece entender que muchos jóvenes se informan a través de estos medios y busca conectar con ellos en su propio terreno.

Así, el debate presidencial, no resolvió las dudas del electorado y sólo fue un reflejo de las tormentosas olas de la política mexicana que chocan una y otra vez, pero rara vez remodelan el paisaje rocoso de las opiniones ya establecidas. Los candidatos, al igual que las olas, tendrán que encontrar nuevas formas para realmente impactar el acantilado de votantes indecisos en último debate.

Periodista y sociólogo. @viloja

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