Diría el buen Karl Marx: Querétaro vive en una dialéctica hídrica, porque mientras tiene problemas de escasez de agua potable a corto plazo, sus ciudades se inundan cada temporada de lluvias. Esto, agregaría el barbón temor de los capitalistas, se debe a la contradicción entre el desarrollo de la estructura (en este caso, la deficiente infraestructura urbana) y la superestructura, que sería el discurso político panista que vive en una realidad paralela donde se sienten de primer mundo.
El agua siempre ha sido un problema para la ciudad de Querétaro. Desde hace 30 años, cuando empezaba mi carrera de periodista, uno de los reportajes que hice ya advertía que Querétaro pronto se quedaría sin agua; que los mantos freáticos habían descendido a niveles muy graves y que corríamos el riesgo de consumir aguas fósiles, cuyo problema es que estarían contaminadas por flúor y arsénico.
Como reportero, me tocó presenciar en el vecino municipio de San José de Iturbide un caso de una comunidad que consumió agua de un pozo contaminado —precisamente de esas aguas fósiles—, y hubo una serie de casos de cáncer.
Toco este tema por la reciente guerra del agua que ha habido en Querétaro. Es un problema muy serio y que no debemos tomar a la ligera, como parece tomarlo el gobierno de Querétaro al presentar su proyecto hídrico El Batán. El gobernador Kuri ha pedido que no se politice, pero como siempre he dicho: todo lo que hacen los políticos se politiza.
Y ojo, porque hay que hacer memoria periodística. Cuando Kuri fue alcalde del municipio de Corregidora, un área verde de El Batán fue cedida a un particular para construir ahí un complejo comercial. Es decir, desde entonces ya habían visto ese lugar como posible zona de negocios.
Ahora resulta que se tiene este nuevo proyecto, donde se utilizará una tecnología para reciclar aguas sucias y volverlas de consumo humano. Lo anuncian como un gran proyecto, y ahí es donde empiezan los problemas: primero anuncian cifras de 10 mil millones de pesos, luego 43 mil millones. ¿Entonces, cuánto va a costar?
Además, se ha desatado una guerra de declaraciones. El villano favorito de esta administración, el diputado federal morenista Gilberto Herrera, también ha tomado como bandera este tema. Y desató tormentas declarativas albiazules de diversos personajes.
El vocal de la CEA, Luis Alberto Vega Ricoy, incluso pidió a ciudadanos y políticos que se informen. Pero aquí cabe recordar que esa es la obligación de un gobierno: Gobernar es comunicar.
Eso es reconocer que pierden la batalla mediática. Lo hemos dicho aquí: ese es el problema de contratar agencias e influencers y no hacer verdadera comunicación política.
Falta una discusión a fondo. Mientras se escriben estas líneas, se anunció un parlamento abierto sobre el tema y el estado se inunda.
Periodista y sociólogo. @viloja