Color y mucha vida se ve en El agua mi elemento, obra que Lourdes Monsalve presenta en el Centro de las Artes (CEART) de  Santa Rosa de Viterbo, recinto donde la serie de acuarelas permanecerá en exhibición hasta el 30 de junio. Aunque ha estudiado muchas técnicas, Lourdes gusta más de la acuarela, porque para ella representa un gran reto en el que no hay espacio para los errores.

Es integrante de la Sociedad Mexicana de Acuarelistas y tiene toda una vida dedicada a la pintura; es originaria de la Ciudad de México y radica en Querétaro desde hace cuatro años. En la exposición muestra su obra más reciente y alguna que otra pieza de su colección personal, hay figuras naturales, animales, pero sobre todo rostros humanos, en donde el detalle de la pincelada llama la atención. En entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro, Lourdes platicó de su amor por pintar.

¿Por qué sólo acuarela, qué representa para ti trabajar en esta técnica?

—Me dedico a la acuarela principalmente por reto, porque la acuarela es una técnica súper difícil en donde no hay equivocación y si te equivocas no hay compostura, todas las piezas de la exposición están hechas en acuarela, es lo que más me inspira para pintar.

Hay una variedad de temas en la exposición, ¿con cuál te identificas más?

—Yo empecé pintando temas de rostros, me gusta mucho, pero después empecé a pintar de todo, animales y flores, lo que menos pinto es abstracto porque siento como un poco de falta de responsabilidad del pintor con el espectador, porque si tú quieres decir que ahí hay una flor, ahí hay una flor y ya, y a lo mejor lo que yo pinté fue un animal, entonces se me hace muy poco responsable, sin embargo, es algo que está muy de moda y les gusta mucho a los jóvenes.

Vemos piezas con bastante detalle, ¿qué tan detallista te consideras?

—Mucho, sobre todo cuando pinto rostros, trabajo pinturas de hiperrealismo porque me gusta que la gente al momento de verlas, note a la perfección las facciones y el gesto.

¿Cuánto tiempo dedicada al pincel y el color?

—Casi toda mi vida.

¿Entonces cómo nació tu amor por la pintura?

—De niña me gustaba mucho pintar y cuando yo viajaba con mi familia con lo único que me calmaban era con una caja de crayolas y cuentos para iluminar, luego ya fui creciendo   y pedía clases, entonces a la edad de los 19 años me fui un año a estudiar a Italia y desde ahí volví a dedicarme a la pintura, después lo dejé en suspenso porque me dediqué a ser mamá y una vez que crecieron mis hijos dije; voy a retomarlo profesionalmente. Y aquí estoy. Empecé a cursar nuevamente mis clases y las sigo tomando porque uno nunca acaba de aprender, me gusta conocer técnicas diferentes.

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