El culto a la Santa Muerte tiene un lugar especial en la entidad; a orillas de la autopista 57 en el municipio de Pedro Escobedo se constituyó el santuario en honor a la “niña blanca” que como cada año, fue visitado por cientos de creyentes este primero de noviembre.Devoción y también temor se perciben entre los habitantes en el poblado de El Sauz, en dicho municipio, cuando se le pregunta sobre la ubicación del templo; hay quienes creen en la Santa Muerte y van a visitarla en estos días y hay quienes la rechazan como imagen santificada y la vinculan con dogmas satánicos.

Pero los fieles seguidores niegan haber realizado alguna ceremonia de adoración al demonio o algún sacrificio para formar parte de sector de devotos que ha incrementado en los últimos años en diversos puntos del país.

El muro principal del santuario fue pintado con una obscura imagen de la muerte, que impacta a los lugareños ajenos a estas creencias; para ingresar al templo se debe rodear la construcción; en la parte trasera, decenas de camionetas albergan alimentos, bebidas alcohólicas y prendas de vestir de quienes se trasladaron en estos vehículos para llegar a temprana hora y rezarle a la santísima, como le llaman.

A un costado de la propiedad hay un patio con tepetate humedecido para evitar que se levante el polvo y que en este sitio los visitantes puedan descansar; hombres y mujeres de no más de 40 años se acomodan al fondo, destacan entre los demás por sus vestimentas obscuras, tatuajes de la muerte y otros santos en ambos brazos.

En este templo de ceremonia, el olor a veladoras se mezcla con el de marihuana que algunos creyentes consumen sin pudor; convidan a los que se acercan y confiesan su fervor por la muerte, por muchos favores que les concedió en su vida pero que prefieren no contar.

El santuario en honor a la “niña blanca” fue creado en 1993, su fundador fue Teodoro Reyes Díaz y falleció en 2011; a la fecha los fieles adoradores siguen cooperando en la consolidación del campanario para dicho templo.

Bancas similares a las de los templos católicos, se encuentran en el interior al igual que un atrio donde se realiza la comunión; convergen imágenes de santos, de Jesucristo con las de la “niña blanca”; a un costado también se encuentra una imagen de Jesús Malverde, conocido como el “Santo de los Narcos”.

Al fondo del templo, se aprecian unas 30 figuras de la Muerte con atuendos de colores, la más grande viste de blanco; guadaña y un mundo porta en sus manos; las cenizas del fundador de la capilla se encuentran en este lugar.

Estos días también están asignados para realizar matrimonios o bautismos, pero este año no hubo parejas o familias devotas interesadas en celebrar estos sacramentos, que aunque no son reconocidos como oficiales por la Iglesia, se llevan a cabo bajo la tradición católica.

Adultos, jóvenes, matrimonios con niños en brazos, conviven afuera del santuario; llegaron desde la noche del 31 de octubre, en la peregrinación que parte de la capital del estado; todos portando veladoras, flores o imágenes de la Muerte para agradecer algún favor concedido.

Los adoradores de la muerte piden por la salud de los suyos, por mejorar sus condiciones económicas y amorosas, por encontrar trabajo; consideran a la muerte una santa poderosa, altamente milagrosa; los detractores en cambio, advierten que la niña banca cobra los favores a un “alto precio”.

José Luis Salinas Ibarra mantiene su culto desde los 13 años; acude cada noviembre a la peregrinación, acompañado de sus hermanos; todos son adoradores de la Muerte y llevan consigo a niños de máximo cinco años de edad.

Originario de la ciudad de Querétaro, se declara católico y pide se respeten sus creencias “soy peregrino de Soriano, voy a la basílica de la virgen de Guadalupe, pero también creo en la Muerte porque me ha ayudado siempre, a mi sobrino estuvieron a punto de matarlo y sé que por la intervención de la santísima no le alcanzó a pegar la bala”, refiere al exhalar el humo de su cigarrillo.

Jaime Salinas Ibarra cuenta con 37 años de edad, se denomina hijo de Jesucristo y soldado de Muerte, es taxista y denuncia ser objeto de discriminación por portar en el pecho un tatuaje de la imagen cadavérica con guadaña y velo; “me dicen que esconda mi tatuaje, que soy un diabólico al portarla [Santa Muerte], yo soy católico, también llevo un tatuaje de la virgen de Guadalupe, son los de la alta sociedad quienes más nos critican y pedimos respeto”, explica antes de darle un trago a la cerveza.

Aunque el ambiente es tenso aquí, ningún asistente reniega a convivir, a excepción del sacerdote encargado de oficiar misa, quien rehúye de los reporteros; proviene de Puebla y abandonó los hábitos, aseguran los organizadores de los festejos a la Santa Muerte.

Susana Morales Cadena está a cargo del templo, donde cada ocho días se ofician misas católicas pero los primeros días de noviembre, se aprovechan para adorar a la santísima.

La encargada asegura que a este lugar han llegado familias desde, Jalisco, Michoacán, Aguascalientes, Veracruz y del Estado de México, todos con una historia sobre los milagros que la niña blanca hizo por ellos, pero que la mayoría prefiere no contar.

Peregrinación hacia el templo

Los festejos a la santa muerte inician con la peregrinación que parte cada 31 de octubre del estadio Corregidora; Estrella Reyes, organizadora de la agrupación asegura que a esta marcha se han sumado durante ocho años habitantes de Querétaro, Guanajuato, Aguascalientes, “a este lugar vienen todo tipo de gente, médicos, ingenieros, licenciados, gente humilde o políticos, de todo y es respetable porque es un momento de convivencia”.

A Estrella, la muerte le hizo el favor de sanar a su hijo, quien precisamente en una peregrinación sufrido un accidente resultando con fractura múltiple en extremidad inferior; ahora la acompaña a visitar a la niña blanca.

Antecedentes prehispánicos

Los orígenes en torno al culto por la muerte datan de la época prehispánica, cuando se le reconocía como Dios de la muerte o el dios descarnado, se le adoraba en días dedicados a ella dándole ofrendas, sacrificando desde animales hasta personas, pensado que con esto iban a poder descansar en paz, de este antecedente habría nacido la adoración de la imagen como hoy se le reconoce, portando una guadaña en una mano, bajo la creencia de que con este artefacto se corta la unión del alma con el cuerpo y el planeta tierra en la otra mano para representar su reinado, o con una calavera para representar a la muerte. En este templo las festividades continúan este dos de noviembre en honor a la santa Muerte, que para muchos representa una incongruencia sobre la fe, al no tratarse de un ser tangible que pudiera ser santificado.

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