El Museo del Calendario en Querétaro es único en el mundo, no existe nada igual en el globo terráqueo. Sin embargo, también es uno de los menos visitados en el estado, apenas seis personas acuden a él diariamente.

Se alberga en una casona del siglo XVII en el Centro Histórico de la ciudad, la finca tiene una extensión de aproximadamente 3 mil metros cuadrados, bellos jardines y grandes palmeras; hace tres años los dueños de la empresa Calendarios Landin compraron la finca y la remodelaron para crear el museo.

La colección personal de la familia dueña del inmueble, consta de más de mil calendarios, pero en este lugar pueden encontrarse 280 de las imágenes más valiosas y antiguas de México. El calendario más antiguo en el museo es del año 1903.

El Mucal resguarda la vida de los calendarios
El Mucal resguarda la vida de los calendarios

Mujeres de ojos grandes

Recorrer cada sala del museo es como adentrarse en una cápsula de tiempo, volver a las tradiciones de las familias mexicanas, recordar cómo los niños vestidos de blanco llevaban flores a la virgen, cómo los hombres de la casa preparaban su silla de montar, cómo la madre descansaba de las actividades domésticas bajo la sombra de un árbol, mientras los hijos varones trabajaban el campo.

Una de las salas más populares en el recinto es la de Jesús de la Helguera, pintor e ilustrador mexicano, cuyas imágenes se reprodujeron en cientos de calendarios que llegaron a lo más íntimo de los hogares para adornar salas, comedores o cocinas.

De inmediato saltan a la vista aquellas imágenes que muchos conocieron en los libros de texto de primaria o secundaria; por ejemplo la imagen de ‘Miguel Hidalgo y Costilla’, ‘La madre patria y el niño’ o ‘La leyenda de los volcanes’.

Es un salón repleto de mujeres de ojos grandes y largas trenzas castañas que portan trajes típicos de México, unas lucen solemnes, otras maternales y algunas pocas sensuales e irreverentes, modelando transparencias y hombros descubiertos; todas las pinturas con un fondo de volcanes, llanos, lagunas y campos. México por todos lados, por donde se mire.

No obstante, la belleza artística de cada imagen plasmada en calendarios no logra cautivar a una generación de jóvenes que viven enfrascados en las redes sociales; lo normal, ahora, es desentenderse de la historia de México. ¿Visitar un lugar lleno de calendarios? ¿Para qué? ¿De qué me sirve? Cometan algunos.

Los momentos de mayor concurrencia en el museo son aquellos días en los que se realizan visita escolares, decenas de alumnos entran y recorren el lugar, están ahí físicamente, pero sus mentes están en otro lado, por lo general no retienen la información; algunos ni siquiera terminan el recorrido porque prefieren quedarse en la cafetería.

Espíritu vigente

Ángel Esteva Loyola es director del museo y un apasionado del arte y la cultura, dice orgulloso que su trabajo nunca se detiene, “Aquí en el museo hago de todo menos aburrirme”, comenta.

Con la pasión de un coleccionista que conoce hasta el más mínimo detalle de una obra de arte, Ángel se encarga de guiar a los estudiantes por las salas y pasillos del museo, inicia el recorrido con un grupo de 10 estudiantes, pero termina la explicación con apenas tres alumnos.

Este es un lugar muy especial, es el único museo de calendarios en todo el mundo, aunque usted viaje a Francia o a Estados Unidos no encontrará nada como esto. Algunos dicen que los calendarios ya no funcionan, pero yo digo que siguen vigentes, aunque ahora tenemos más facilidades para tener a la mano un calendario, en las máquinas, en los relojes, las computadoras, los teléfonos, en todos lados puede uno ver la fecha, pero el calendario impreso es diferente”.

“El calendario impreso trae imágenes tan bonitas, las personas cuando acaba el año lo mandan enmarcar porque quieren conservarlo y un calendario de internet pues uno lo borra y ahí se acabó todo, así funciona ahora para los jóvenes, ellos dicen ‘para qué nos acordamos de la historia’, sólo quieren vivir en el momento. En las escuelas están creando personas que viven y aprenden de la actualidad, pero que no les importa el pasado y creo que eso es un error terrible porque precisamente viendo al pasado es como podemos entender lo que pasa ahora”, señala el director del museo.

El Mucal resguarda la vida de los calendarios
El Mucal resguarda la vida de los calendarios

Indeferencia de los jóvenes.

La apatía de la juventud hacia esta colección de calendarios y en general, dice Ángel, hacia el arte y la cultura mexicana, no lo decepciona.

Cada día llega al museo a las 9 de la mañana y comienza a trabajar, hace de todo un poco, administra el lugar, realiza recorridos e incluso corta y reparte volantes sobre las pláticas o conferencias que se tendrán durante el mes.

Ángel Esteva lo tiene claro, a pesar de la tecnología, de los gadgets y aplicaciones móviles, llevar la cuenta de los días y medir la vida misma, es una actividad que siempre acompañará al ser humano.

Quizá todo el mundo tiene un calendario en su teléfono celular, pero no todos tienen el espíritu y la esencia de un calendario tradicional colgado en la pared de su recámara, con deliciosas obras de arte plasmadas en ello.

Aún y cuando la tecnología gobierne las agendas de la gente y se vuelva una voz externa que te recuerda las actividades del día y las fechas importantes, jamás dejaremos de ver que en el mercado, la tienda, la carnicería, la farmacia, la panadería regalen a sus clientes un calendario en agradecimiento a su lealtad, pero sobre todo, para que no se les olviden las fechas relevantes de la vida.

bft

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