Una perla declarativa que resume toda la filosofía del PRI y su relación con la prensa: “Nomás te voy a dar un dato: a los periodistas no hay que matarlos a balazos, papá, hay que matarlos de hambre, ya te lo dije”. La frase es de Alejandro Moreno Cárdenas, o Alito, como le dicen los pocos amigos que le quedan, quien aún se desempeña como presidente nacional de las cenizas de lo que fue el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Esta frase explica claramente el mecanismo por el cual el PRI durante el siglo XX controló a la prensa usando como mecanismo el soborno, popularmente conocido como “chayo” y la publicidad oficial.

De acuerdo con Humberto Musacchio, en la década de los 40, Felipe Teixidor, empleado de Pemex —entonces dirigido por Efraín Buenrostro— creó el “fondo de los reptiles”, que no era más que la bolsa, con dinero de la paraestatal, obviamente, para pagar sobornos a periodistas, afirma en su libro Historia crítica del periodismo mexicano.

Así lo explica Teixidor: “Inventé entonces un sistema con las llamadas inserciones pagadas, luchando con los departamentos de publicidad de los periódicos para que la comisión no se la llevaran ellos, sino el periodista de la fuente. Inmediatamente todos protestaron… (pero) finalmente los convencí. Al fin y al cabo, a los periódicos les convenía”.

Pero sería bajo el gobierno de Miguel Alemán Valdés, explica Musacchio, donde se perfeccionaría el mecanismo con tres hechos básicos: 1) la empresa paraestatal, Productora e Importadora de Papel SA, monopolizaba la distribución del papel, materia prima fundamental para los periódicos; 2) la Unión de Voceadores se incorporó al corporativismo priista sumándose a la CNOP, así, el régimen tenía no sólo el control de la producción sino también de la distribución de los medios; 3) para cerrar la pinza, cada dependencia de gobierno creó su departamento de prensa para inundar de boletines con la verdad oficial del presidente y, por si algo fallaba, se incluyó en la nómina de dichas dependencias el pago a reporteros. Además, en la radio no se podía dar información política.

Así, todos los medios apoyaron todas las medidas del presidente “y solo se distinguieron entre ellos por matices correspondientes a los intereses que representaban”, sentencia Musacchio.

Y por si algo faltara, para celebrar la falsa libertad de expresión y dar gracias al señor presidente priista por tener sometidos a los medios, el 7 de junio de 1951 los directores de los medios organizaron una comida al presidente para darle gracias por haberles conseguido papel, el cual escaseaba por la Guerra de Corea, para seguir imprimiendo alabanzas.

Así, sometidos por la correa del hambre, el PRI tenía el control discursivo de la prensa mexicana, por ello, seguir celebrando el 7 de junio como una fecha de libertad es un tremendo equívoco. A nivel nacional ya se desterró la penosa costumbre de la comida con el señor presidente para darle gracias, es momento que Querétaro siga esa ruta.

Periodista y sociólogo. @viloja

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