Rocío Cortés Sotelo toma el volante de un camión urbano, con el cual no solamente se abre paso por las muy transitadas avenidas de la Zona Metropolitana de Querétaro, sino también gana un espacio en un empleo que tradicionalmente es para los hombres.

Su gusto por manejar la lleva a ganarse la vida en un moderno camión del sistema Móvil Qrobús. “Es un trabajo de lo más común”, dice Rocío, a pesar de que solamente hay cuatro mujeres que forman parte de la plantilla de esta empresa, que se compone por un total de mil 263 conductores.

“Manejar un camión es igual que manejar un coche, la diferencia es la dimensión. A mí me encanta manejar, me fascina”, señala la conductora nata.

Desde su etapa de adolescente, exactamente a los 14 años de edad, Rocío empezó a manejar camionetas de su papá, quien en aquel entonces se dedicaba al comercio.

“Mi familia tenía camionetas de tres toneladas y media y desde aquel momento me entró la curiosidad de manejar, y nunca desaproveché cuando me encontraba las llaves por curiosidad”, cuenta.

Roció lleva varios años manejando un camión urbano, pues en Móvil Qrobús lleva más de año y medio operando, donde presta servicios en las rutas 83, 36, 9 y circuito 5, pero siete años antes lo hizo en la empresa Liberación Camionera, atendiendo la ruta 50 en la capital.

A pesar de ser una de las pocas mujeres que maneja un camión en Móvil Qrobús, dice que ha sido bien aceptada por los hombres de la empresa.

“La mayoría de mis compañeros de trabajo son hombres y muchos de ellos se sorprenden de verme manejar, pero me respetan y me cuidan, son buenos compañeros”, apunta.

“Es emocionante para mí ver que cuando se sube la gente al camión y lanzan porras y me felicitan. Muchos me dicen que ojalá hubiera muchas conductoras como yo”, agrega.

Rocío reconoce que hay usuarios difíciles de tratar: “uno pone música, pero hay quienes se enojan y nos gritan, nos exigen que la quitemos. Uno tiene la voluntad de dar el mejor servicio posible, pero hay usuarios que se enojan por todo”, expone con optimismo al tiempo que capotea el intenso tráfico.

El trabajo para una mujer en un camión urbano es muy difícil, enfatiza, al explicar que hay ocasiones que acumula hasta 18 horas seguidas en el volante.

“Por lo regular me levanto a las tres de la mañana para asearme, aunque mi jornada de trabajo inicia a las 4:30 de la mañana y termina alrededor de las 10 de la noche, ese es mi horario”, explica.

Por las condiciones y características del trabajo, cuenta que no tienen horario especial para comer, “sino que lo hacemos sobre la marcha, pues a veces me compro una torta o una ensalada y voy comiendo a bordo del camión, no hay otra opción, debido a que cuando llegamos a la base salimos casi siempre de inmediato debido a que se carga mucho el tráfico”.

“Sobre la ruta hay negocios de comida y les encargamos, la recogemos cuando volvemos a pasar por ahí”, apunta.

En total son 14 vueltas las que da Rocío al día en las rutas que cubre. Detalla que tuvo la experiencia de sufrir un percance en Qrobús: “En la madrugada me pegó el tren, afortunadamente no fue grave el accidente, pues no llevaba pasajeros, debido a que apenas iba a empezar mi ruta, únicamente fue un susto, tuve una contractura muscular, por lo que me incapacitaron cuatro días”.

Rocío comenta que es madre soltera, con dos hijos, uno de ellos es hombre, ya mayor de edad con 19 años, y también una niña de nueve años: “Yo vivo con mi mamá y ella me ayuda con el cuidado de ellos. Lo más bonito de todo esto es que mis hijos están orgullosos de mí”, señala.

Por su horario de trabajo, de martes a sábado, en los que casi todo el día se la pasa a bordo del camión, es difícil tener tiempo para encontrarse con sus hijos.

Los domingos y lunes que no trabaja en el camión, relata, los utiliza para atender un negocio de comida.

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