Su destino es el pueblo de San Juan de los Lagos en el estado de Jalisco. Nuevamente la fe hace que no importe el cansancio, ni el clima, aún más, la inseguridad.

Este grupo de ciclistas peregrinos que, año con año provenientes de diversos puntos del centro del país, rueda en sus bicicletas bajo un alto riesgo.

En comparación con una de las peregrinaciones más grandes del país, la de los queretanos al Tepeyac, donde van cuerpos de seguridad estatal y municipal, equipo médico, paramédicos y hasta representantes del gobierno estatal, y además se relevan la seguridad con el gobierno del Estado de México, esta caravana de ciclistas va sola.

En su andar no se ven agentes de la Guardia Nacional, alguna autoridad estatal, ni siquiera municipal que los vaya abanderando, o que vaya en resguardo del tránsito vehicular de una de las carreteras más peligrosas del país, la autopista 57.

Cuando hay oportunidad, los peregrinos ciclistas aprovechan los acotamientos, pero cuando estos se estrechan o se acaban, no hay de otra que subirse al carril de “baja”. Y ahí es donde aumenta el riesgo. No hay patrulla, ni personal que avise en caso de algún peligro. No hay ojos atrás que los cuiden, sólo la bendición de su fe.

Al pasar por el territorio queretano, el pelotón comienza a desintegrarse, unos se adelantan, los que tienen más condición; el grueso del pelotón se mantiene, pero aparecen los rezagados, los de menos experiencia, quienes dejan que el resto del grupo se vaya para poder bajarse de la bicicleta y tomar agua y aire.

En abril de este año, en una de las varias peregrinaciones a San Juan del los Lagos, un ciclista peregrino murió atropellado por un conductor que se dio a la fuga. Más tarde fue detenido.

El grupo retoma su camino, esperando llegar a ver a la Virgen de San Juan de los Lagos.

“Sí sabemos que hay peligro, no sólo con los autos, al pasar por Guanajuato, también los robos, pero aún así podemos llegar a ver a la virgen para que nos bendiga con su amor y ella es la que nos cuida en nuestro camino, por eso vamos a llegar bien” dice Juan Demetrio Álvarez, quien era de los rezagados.

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