Todas las cintas de Pedro Almodóvar tienen algo de biográfico, pero Dolor y gloria, su nuevo trabajo que llega a cartelera este viernes, es la más personal de ellas.

En el nuevo filme, el director manchego llamó a dos de sus actores fetiches, Antonio Banderas y Penélope Cruz, el primero da vida a Salvador Mallo, una especie de Almodóvar (con todo y su estilo para vestir), mientras que Penélope da vida a la madre de Salvador en una etapa joven.

Pero ¿qué le hizo a Banderas aceptar la película? Las debilidades del personaje, dice, sus adicciones, tan similares como las del propio actor.

“Las adicciones cambian con los años. Y la mía ahora ha sido reencontrarme a mí mismo tras un evento cardiaco que sufrí hace dos años. Y esta película me ha ayudado mucho. Hubo un momento en los ensayos en los que Pedro me dijo: hay algo en ti nuevo desde lo del corazón y no quiero que lo reprimas.

Almodóvar muestra a Salvador como un director iracundo, adicto a las pastillas y con problemas para relacionarse con el mundo, aunque miles lo aman por hacer filmes que con el tiempo se convirtieron de culto.

Penélope Cruz coincide con Banderas: las adicciones, que ella lleva al terreno personal.

“Siempre he sido adicta a la familia, aún más con mis propios hijos. La familia es algo que me ha salvado de muchos problemas y me ha mantenido los pies en la tierra.

“Después de realizar mi primera película con 17 años estaba aterrada de no volver a rodar. Estaba perdida, como vacas sin cencerro, penando, ¿dónde voy ahora con mi vida si no es esto lo que puedo hacer? Mi vida es el cine desde que era una niña. Lo que más me gusta de mi profesión es que como actores siempre somos estudiantes que parten de cero en una nueva aventura en la que no sabemos casi nada y eso crea mucha adicción”.

El creador de Kika explica que hacer esta cinta ha sido fuerte, pues lo ha expuesto ante su público, aun cuando en otros filmes había plasmado algo de su vida.

“Mi gran ambición siempre ha sido hacer películas del modo más personal posible, que respondieran a mi minúscula mentalidad. Eso es un gran riesgo y hay que asumirlo, pero para mí el significado del éxito es que he podido hacer las películas que quería hacer”, dijo.

Su alter ego en la gran pantalla interpretado por Banderas tiene una relación particular que, de algún modo, define la manera en la que es y con lo que hace.

Esto es algo que Almodóvar expuso también, algo muy biográfico que él vivió con su madre, quien definió el tipo de artista que quería ser.

“No era precisamente con orgullo (que su madre lo miraba de pequeño). Al igual que la mirada que veía en los demás, en mis compañeros de colegio. Una mirada que tiene mucho de repulsa, de crítica y de humillación. Es una experiencia muy dura para un niño, tan dura como que tu madre te mire como a un ser extraño. Yo era un niño muy fuerte y no pudieron conmigo esas miradas de extrañeza”.

Junto a ellos aparecen por primera vez con Almodóvar la cantante Rosalía y el actor argentino Leonardo Sbaraglia.

Mientras Sbaraglia da vida a un viejo amor de Salvador Mallo, Rosalía tiene una breve participación al inicio del filme como una amiga de la mamá del protagonista (Penélope Cruz).

“Siempre estar con alguien a quien se admira causa nervio, miedo y temor pero al final Pedro es la clase de director generoso con sus actores y conmigo lo fue, yo soy parte de la historia en un momento clave de la película y desde que leí el guión me di cuenta que era algo muy personal lo que nos estaba contando con esta película”, dijo Leonardo en entrevista con EL UNIVERSAL.

Rosalía —quien cuando filmó su participación aún no se había convertido en el éxito actual— recordó que estar bajo las órdenes de Almodóvar fue difícil porque no podía concentrase teniendo a uno de sus ídolos dirigiéndola.

“Es irreal, que aún no me lo creo, Almodóvar es un héroe nacional en mi país y estar ahí con él, con alguien del que sé desde que tengo uso de razón, pues es una volada”.

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