El sonido de las cumbias se escucha en el interior del mercado de El Tepe, que ayer se llenó de vida con los locatarios que abrieron sus puestos. Los olores de las frutas y verduras, así como los de los guisos dieron su esencia al mercado.

La explanada del nuevo recinto luce llena de personas que se acercan a ver al grupo musical. Una decena de parejas se animan y bailan al ritmo de las notas musicales.

A los costados de la explanada se colocan mujeres que venden tacos y otros antojitos. Otras más, son las vendedores contratadas por unos locatarios, que ofrecen a sus clientes unos tacos de cortesía si se muestra el ticket de compra.

El Tepe vive un día especial, los comerciantes regresan el viernes a sus puestos en el mercado, luego de que en agosto de 2018 un incendio provocado por un corto circuito terminara con sus puestos.

Los pasillos lucen limpios, los locales, pequeños para algunos, para otros son suficientes para vender sus productos. Todo luce bien iluminado por la luz que entra por las ventanas y las puertas.

Arriba, que se puede acceder por una rampa a un costado de la explanada, y por unas escaleras situadas en un costado del sitio, está dividido por secciones. Carnes en un sitio, frutas y verduras en otro, abarrotes más allá, mientras que la ropa y juguetes, al fondo.

“Buenos días, pásele, ¿qué le damos?”. “Buen día, ¿qué se ofrece?”, “¿Qué le vamos a dar marchante?”, se escucha al paso de los clientes. Carmen Rivera, vendedora de fruta, dice que el mercado les gustó mucho, y aunque los locales son un poco pequeños, están muy bonitos y muy cómodos.

Con más de 40 años de vendedora, dice que agradecen que les hayan apoyado durante este tiempo.

La mujer sigue con su trabajo. Acomoda la fruta en su puesto para que tenga mejor presentación. Es acompañada por otros dos hombres que no paran de moverse.

Una joven sonríe cuando encuentra a su vendedor de fruta “¿Cómo está? ¿Ya anda por aquí? Me da gusto verlo”, le dice al vendedor, quien sonríe. “Gracias a Dios ya andamos por aquí”.

La mujer se aleja con una sonrisa, como si volviera a encontrar a un ser querido, a un amigo que no se ha visto en muchos años. Es un reencuentro casi fraterno.

Arriba, en los puestos de comida, los clientes se arremolinan alrededor de los diferentes locales. Un puesto de tortas acapara a los clientes. Hacen fila para comprar las tortas que preparan. Un pequeño ejército de empleados prepara las tortas, es como una línea de montaje. Tal como se preparan se acaban.

El olor de las carnitas, la barbacoa y los pescados impregnan el aire, es una mezcla única. También los jugos de naranja, de toronja, las frutas recién exprimidas, llaman a ser consumidas en puestos donde los cocteles, licuados, gelatinas y cereales se venden por igual.

Algunos de los locales permanecen cerrados aún. Los comerciantes aún no abren o no se instalan, aunque desde ayer podían hacer uso de sus locales para recuperar su vida, su rutina, sus trabajos, sus clientes, a quienes en muchos casos no veían desde agosto, pues decidieron acudir a otros mercados y ya se “enraizaron por allá”.

Pero este día, El Tepe vive una fiesta. La música se vive también dentro. A un costado de un puesto de comida que ofrece pescados y mariscos, un grupo musical está por iniciar su actuación para gusto de los comensales en el primer viernes de Cuaresma.

Los meseros corren de un lado a otro con grandes vasos de cocteles de camarón o de filetes empanizados, acompañados de arroz y lechuga. Los comerciantes se ven felices, haciendo lo que les gusta, trabajando duro, atendiendo a sus clientes.

Los alrededores lucen en obra negra. La calle está en remodelación; se instala la tubería de agua potable, y la maquinaria y trabajadores ocupan parte de la vía.

El estacionamiento que era usado por los comerciantes como lugar provisional para sus puestos mientras estaba en construcción el mercado, ahora vuelve a ser usado para los automóviles.

Poco a poco el barrio alrededor del mercado vuelve a su vida normal, con mujeres, quienes acompañadas de niños, acuden a comprar la comida o el mandado para el día.

Por las puertas de acceso al mercado entran y salen clientes, algunos sólo para curiosear el nuevo mercado. Otros para comprar, y otros para escuchar la música y ver a las parejas bailando y disfrutando de la música en vivo, que se escucha desde cuadras antes de llegar al mercado.

El festejo que comenzó desde la mañana, termina hasta la tarde. El mercado de El Tepe, luego de poco más de medio año cerrado vuelve a abrir sus puertas. Aunque faltan algunos detalles, como botes de basura y algunas instalaciones eléctricas que instala personal de la CFE, los comerciantes de El Tepe reciben a sus visitantes con los brazos abiertos, y todo a ritmo de cumbia.

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