San José.— Cuando el suizo Joseph Blatter visitó Managua en 2004 como presidente de la FIFA, el nicaragüense Ronald Bolaños se le acercó con discreción en un pasillo de un hotel. Con cautela, le entregó un voluminoso expediente en el que, con documentos, soportes y pruebas que acopió como dirigente futbolístico de ese país, denunció la profunda corrupción en el balompié de Nicaragua por los manejos financieros de Julio Rocha, máximo jerarca de la Federación Nicaragüense de Futbol (Fenifut).

Como miembro del Comité Ejecutivo de la Fenifut, Bolaños aprovechó que el principal dirigente de la Federación Internacional de Futbol Asociado estaba en Managua a colocar la primera piedra de un estadio que nunca se construyó y decidió contarle detalles de lo que había denunciado, desde 2000, sobre la suciedad financiera en el órgano federativo de una nación —esencialmente beisbolera— q ue soñaba convertir al futbol en pasión popular.

Pasaron los días y su esperanza de limpieza federativa se derrumbó al percatarse de que su alerta jamás surtió efecto: a Blatter le incomodó el mensajero de la denuncia y ratificó a Rocha como pieza clave en Centroamérica.

Por algo fue presidente de Fenifut por 26 años, de 1986 a 2012, y al amparo de Blatter y del trinitario Jack Warner, ex presidente de la Confederación Norte, Centroamericana y del Caribe de Futbol (Concacaf), subió con rapidez en los escalones de la FIFA y del futbol regional. Antes de dejar su puesto en Nicaragua, se convirtió en Oficial de Desarrollo de Futbol de la FIFA con base en Panamá.

Pero su fulgurante carrera acabó el miércoles 27 de mayo, cuando se convirtió en uno de los mandamases de la FIFA que cayeron presos en una redada que agentes federales de Estados Unidos desplegaron en Suiza, con apoyo de la policía de ese país, por presuntos delitos cometidos en torno a competencias futbolísticas y que se refieren, entre otros cargos, a organización mafiosa, fraude masivo y electrónico y blanqueo de dinero.

La acusación argumenta que Rocha habría recibido sobornos por unos 150 mil dólares de la empresa estadounidense Traffic Sports, a cambio de los derechos exclusivos de transmisión de los juegos de la selección de Nicaragua hasta 2018. Y el trinitario, también impli cado en el caso judicial, “era su padrino”, narró Bolaños en una entrevista con EL UNIVERSAL.

Marginado

Al remontarse a los hechos de 2004, Bolaños relató que, en revancha o castigo, Rocha le marginó de la Fenifut como delegado por el sureño departamento de Masaya y le cerró las puertas de los estadios. Rocha impidió que su declarado adversario consiguiera obligarle a abandonar el altar de un balompié que, aunque es uno de los más débiles de América, le servía para su proyección regional, continental y mundial.

“A Blatter le conté las anomalías de Rocha, quien siempre las rechazó. Él es autocrático, nunca rindió cuentas. Le demostré las compras de propiedades que hizo Rocha a su nombre y no a nombre de la Fenifut pero con fondos de la (Real) Federación Española de Futbol. Los hechos más graves siempre fueron los convenios con Traffic”, precisó el entrevistado.

“Rocha nunca fue autorizado por el Comité Ejecutivo a que firmara convenios de derechos de transmisión de televisión de los juegos del seleccionado. Eso lo hacía él directamente. Nunca intervino el Comité, al menos cuando yo estuve allí hasta 2004. Luego ya no me dejaron ni entrar a los estadios”, relató. En una ostentación de poder, recordó, Rocha llegó a Masaya “a nombrar a dedo a mi sustituto”.

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