Para algunos analistas e investigadores sociales y políticos, la 4T constituye de alguna manera una extensión del modelo venezolano, adaptada a la historia y cultura nacional. Esto es, aunque sean dos gotas del mismo charco del Foro de Sao Paolo, cada una tendrá sus propios héroes nacionales y explotará sus propias contradicciones internas.

Quizás por eso haya demasiados paralelismos declaratorios entre Hugo Chávez y nuestro presidente. La fórmula ha sido probada y ha sido exportada a otros países del continente, con diferentes resultados, pero con el objetivo legitimador de un nuevo y diferente modelo.

Es marxista-leninista y profundamente anticapitalista, anti (neo) liberal. El ideólogo de este modelo al socialismo es el filósofo político y jurídico alemán Carl Schmitt, quien sustituyó la esencia de la política, entendida a favor del progreso y bienestar de un país, por el de una nueva forma de lucha de clases mediante la dialéctica relación amigo-enemigo.

La justificación de la relación adversa se basa en un relato construido sobre el pasado y el futuro: una trama que busca salvar a la masa débil, pobre, de su explotador; para construir un futuro mejor mediante la eliminación de los enemigos (encarnación de las peores patologías sociales); permite ganar amigos o aliados; tener a quien echarle la culpa de los males del pasado, del presente y del futuro, e incluso de los propios errores; y para descargar la energía justiciera, la furia de la masa.

Es binaria y maniquea: si estás conmigo eres bueno; y si estás contra mí, eres malo, aunque tengas razón. Y no hay puntos medios o votos de abstención.

Es cíclica: está en un constante construir amigos y enemigos (internos y externos). Los amigos de hoy pueden ser los enemigos de mañana. O los enemigos de hoy pueden ser los amigos de mañana. Ello depende de la docilidad de apego a los deseos del gobernante. Al eufemístico “adversario”, denominado conservador, riquillo, fifí, etc., diariamente se le señala, ataca, descalifica, ridiculiza y condena, para amedrentar a otros, para “convertirlos” por el arrepentimiento, o hasta que el dedo flamígero encuentre un nuevo enemigo.

Exagerar es válido porque ayudar a la masa a dimensionar el mal que representa el “adversario”.

El control social y político requiere del total dominio de la agenda afectiva e informativa de la masa, mediante las 10 estrategias de la manipulación mediática de Noam Chomsky: 1. Distracción (desviar la atención pública de los problemas importantes); 2. Crear problemas y después ofrecer soluciones; 3. Gradualidad (en los cambios legales, en la apropiación de las instituciones autónomas y de los poderes complementarios); 4. Diferir (ofrecer que en el futuro las decisiones tendrán frutos positivos, pero nunca llegan); 5. Infantilizar al público (pueblo bueno, para eliminar el pensamiento crítico); 6. Apelar a las emociones (a la manipulación más burda); 7. Crear públicos ignorantes (es la mejor arma de destrucción existente, la proveedora del extremismo fanático); 8. Promover públicos complacientes (al dócil rebaño); 9. Refuerza la autoculpabilidad (¿quieren que regresen los corruptos? Voten por ellos; pero si quieren que esto se acabe, voten por nosotros); y, 10. Conocimiento minucioso del ser humano (para usarlo en su beneficio utilizando sus miedos y debilidades en su favor).

Estas son apenas algunas de las muchas cadenas del DNA político de la 4T, habrá que seguir sobre ello. 
Periodista y maestro en seguridadnacional

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