Para los periodistas no pasan desapercibidos los ataques que el gobierno de AMLO, y ahora de Claudia Sheinbaum, realizan en contra de los medios de comunicación y los esfuerzos que realizan por controlarlos a través de presiones políticas y económicas para cooptarlos, colonizarlos o bien para reprimirlos.

Desde el inicio de su gestión, López Obrador traicionó a sus amigos periodistas, a quienes invitó a su casa -y acudió a casa de ellos- para ser asesorado sobre cómo manejarse para llegar al poder. A ellos mismos, pocos días después de su asenso como mesías de los desposeídos, los acusó de corruptos haciendo públicos los ingresos que algunos de ellos habían recibido de gobiernos anteriores a cambio de su supuesto silencio o complicidad.

A muchos medios los acusó de corruptos, de aliados de los neoliberales y conservadores, quitándoles el presupuesto por publicidad con el claro propósito de doblegarlos y alinearlos ideológicamente con el lopezobradorismo y su engendro, la 4T. Fueron varios los dueños de medios de comunicación que, repentinamente, negociaron su línea informativa y editorial sacando de su nómina a críticos de Andrés Manuel. La lista de periodistas desempleados por iniciativa de Jesús Ramírez es larga.

Todos los días, Andrés Manuel ataca a los periodistas críticos acusándolos, entre muchas cosas, de corruptos, conservadores, manipuladores… llegando al extremo de violar las leyes y dar a conocer información confidencial de dos de ellos; y hasta hacer público el teléfono de quien le incomodó con su trabajo de investigación.

Más recientemente se ha conocido cómo algunos medios de comunicación radiofónicos y televisivos han “abierto” su programación a la colonización de los radicales de la 4T para “democratizar” las opiniones.

Algunos de los propagandistas del lopezobradorismo casi rebuznan con su actitud irracional y acrítica que se sublima citando las consignas de su mesías, repitiendo sus mentiras, engaños y ocurrencias en su calidad de apóstoles del pensamiento único.

En lo que va del año se ha sabido de varios periódicos que abiertamente se han convertido en propagandistas de Andrés Manuel, olvidando que como empresas se deben a sus lectores, a la ciudadanía, y no al gobierno. Algunos, particularmente, han perdido la memoria y la dignidad al olvidarse de que el asesinato de periodistas ha hecho de nuestro país el más peligroso para el ejercicio del periodismo.

La revelación de las reuniones de Claudia Sheinbaum con dueños y directivos de los medios para que la traten “justamente” (no publiquen información incómoda) durante la campaña electoral, va acompañada de promesas de otorgarles nuevamente publicidad oficial.

La salida de Azucena Uresti, hace unas semanas, la de Carlos Bravo Regidor y de Laura Brugés, hace unos días, demuestra que los intereses económicos de algunos empresarios, en especial de los medios de comunicación, no tienen empacho en dinamitar la democracia a cambio de beneficios económicos. Tenía razón López Obrador al tratarlos de mercenarios de la comunicación: se doblegaron por dinero.

La crítica en México está siendo acallada y con ello los medios de comunicación contribuyen a la consolidación del proyecto autoritario de López Obrador y de Sheinbaum.

El compromiso periodístico no debe ser con un partido, sino con la verdad, con principios y valores. Los periodistas no han sido consultados, por lo que muchos más saldrán de los medios cooptados.

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