Ante la baja penetración que aún tiene el país en bancarización, al menos dos millones de personas de los niveles más bajos de ingresos han comenzado a acercarse a los servicios financieros mediante su teléfono móvil que les permite acceder a la red de cajeros automáticos en México.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Gricha Raether, director general de la empresa Poni, especializada en transacciones bancarias vía teléfonos móviles y cajeros automáticos, explicó que la población ha comenzado a utilizar el sistema bancario con depósitos promedios de mil 300 a mil 500 pesos en zonas del país donde existe al menos un cajero automático.

“Nos acercamos a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, a la Secretaría de Hacienda y al Banco de México. Es un producto distinto en envíos de dinero ya que somos la única entidad que no es banca y que no emite plásticos y que le da acceso a la población a cajeros automáticos, y esto les llamó la atención”, comentó.

Este servicio consiste en envíos de dinero desde terminales ADO, farmacias Benavides, o tiendas Extra, el cual llega al destinatario en un código vía mensaje en su celular. Al tener el código sólo se requiere adquirir una tarjeta en los mismo establecimientos y se obtiene el dinero en cualquiera de los 42 mil cajeros automáticos que hay.

“Nuestro mercado principal es la base de la pirámide, más de 54% de la población que no está bancarizada y a partir de ahí las autoridades nos dieron la licencia para transferir dinero. Los principales usuarios son trabajadores, empleados temporales, el servicio doméstico, campesinos, incluso soldados que los mandan a lugares lejanos, transportistas y estudiantes”, dijo.

Por ahora, estas transacciones se realizan sólo en el territorio nacional, en breve se anunciarán más alianzas con otras cadenas comerciales y se prevé operar también envíos de dinero desde Estados Unidos a México en 2016.

Estos servicios han contribuido a que parte de la población no bancarizada tenga su primer acercamiento con los cajeros automáticos. Por lo que es necesario que las instituciones financieras se adecuen al lenguaje de la población más alejada de éstos.

“Los que no se han enfocado tanto en la educación financiera son los bancos, porque el idioma que hablan y la forma en que se comunican es más alto de lo que entiende la población que requiere de inclusión financiera. Me parece que algunas de las instituciones financieras deben enfocar algunos de sus mensajes a estos sectores”.

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