Uno de los motores que une hoy en día a personas de distintos orígenes, mediante la admiración, emoción, conocimiento y respeto, es la búsqueda de la protección a recintos que forman parte del turismo eclesiástico, es una situación que en estas fechas se da mucho, sobre todo con motivo a Semana Santa, ahora bien, podríamos decir que, este turismo aunque ha bajado un poco en cuanto a la creencia de los feligreses, eso no ha sido pretexto alguno para que la gente guste de apreciar las parroquias, templos y santuarios a través de las grandes colecciones de esculturas, objetos y obras pictóricas que se conservan en la mayoría de estos espacios.

En este tipo de turismo, la planeación es fundamental, ya que el trasfondo es poder contar con una experiencia de lo sagrado, así como del conocimiento que hay detrás. Países como México, Roma, Francia e Israel son de lo más visitados al considerarse naciones a nivel mundial, donde de acuerdo a la Asociación Mundial de Turismo Religioso, anualmente se calculan de 28 a 30 millones de personas en México, que realizan este tipo de visitas a algún lugar de culto, al ser la religión un estilo de vida, un ejemplo es la Basílica de Guadalupe, centro religioso y santuario católico más grande del mundo y número uno en el registro de los más visitados por su advocación a la virgen morena en conjunto con su arquitectura y obras.

El tipo de personas que gustan de este tipo de turismo ven por la protección material e inmaterial de los objetos que cuentan parte de la historia y la cultura de la humanidad, lo cual ayuda a promover el entendimiento entre las distintas fes y sus distintas culturas.

Sin embargo, también este patrimonio se ha visto mermado por la gente que siente un “hate” hacia la iglesia, así como algunos jerarcas de la iglesia que han contribuido a la pérdida de este material pictórico, al extraviar pinturas o bien al no contar con una restauración periódica de cada pintura, escultura u objeto que se tiene que tiene.

Existe el llamado “Jacobismo”, término utilizado a las personas que van contra la iglesia, y que han ocasionado una destrucción al patrimonio eclesiástico, que no podemos notar cuando vemos algunas de las pinturas que decoran los templos.

Considero que no todas las personas que gustan de este tipo de turismo son meramente “religiosas”, sino también encontramos a cierta población gustosa del significado iconográfico de cada una de las piezas que se tienen, así como del tipo de arquitectura, y objetos que merecen conocer apreciarse por el tiempo que llevan, dando a cada lugar una decoración que puede provocar el síndrome de Stendhal, ante tanta belleza y al sentir esa sensación de compartir un espacio con todas esas reliquias que solo unos cuantos pueden percibir fuera del fervor que el ambiente pueda evocar.

Este tipo de arte sacro tiene como fin o culto a lo divino o lo sagrado, mostrar producciones artísticas que ayudan a fomentar a través de la iconografía de las obras representadas parte de la historia de la humanidad, a partir de relatos pictóricos del cristianismo, islamismo, budismo, entre otros.

Según datos de la OMT, se calcula que alrededor del 20 por ciento del turismo religioso mundial que se cuenta, tiene como motivo del viaje el turismo religioso espiritual.

Las representaciones más frecuentes que se realizan en este tipo de inmuebles comienzan desde tiempos memorables. Algunos de los grandes artistas mexicanos que decoran de manera majestuosa el turismo sacro son: José de Alcibar, Miguel Cabrera, Juan Correa, Cristóbal de Villalpando, quienes alternaron con El Greco, Francisco de Zurbarán, Guido Reni, Nicolás Poussin y Bartolomé Esteban Murillo, entre otros.

Ojalá que todos los sacerdotes encargados de cada una de las iglesias conozcan el significado de contar con obras de estos pintores, ya que más de uno de estos templos, iglesias, santuarios y demás, cuentan con un porcentaje de deterioro y no le dan el valor a la restauración, la cual le devuelve la unidad estética de origen (o al menos en su mayoría), a las pinturas y construcciones para seguir preservando el valor estético, histórico, económico y cultural de cada obra o recinto eclesiástico.

X: @nayelirosasb

Google News