María” es madre de tres hijos, de 17 y 14 años, el más pequeño apenas tiene ocho meses de edad. Estudia la secundaria, elabora rosarios, hace el aseo, teje gorritos, bolsas y estudia cultura de belleza dentro del penal femenil del estado.

Estar privada de su libertad, dice, le ha hecho valorar otras cosas que la gente da por hechas, como la familia, pues a sus vástagos sólo los ve una vez a la semana. Añade que saliendo quiere ir a pescar con sus hijos.

La joven mujer viste pantalón y chaleco de color beige, y blusa blanca. Abraza a Carlos su pequeño hijo que no tiene ni un año de edad, a quien trajo a este mundo en una de las camionetas del penal femenil de San José el Alto, cuando era transportada a un hospital.

“Trabajo haciendo rosarios, en nómina de gobierno hago el aseo, estoy estudiando la secundaria, tejo, hago gorritos, bolsas, también estudio belleza. Terminando la secundaria mi idea es seguir estudiando”, asevera.

María platica mientras carga a su pequeño Carlos, comenta que sus hijos acuden a verla los días de visita y en ocasiones especiales como el 10 de mayo.

“Esta situación nos ha hecho valorar muchas cosas como la familia, la libertad y no tomar malas decisiones, se nos hace fácil hacer cualquier cosa, sin medir las consecuencias”, agrega.

María comenta que su embarazo en el penal fue complicado. “Aquí es peor por la situación en la que estamos, por saber cuánto nos van a dar de sentencia, por no tener a nuestra familia al lado, es durísimo”, asevera.

Para María el 10 de mayo trae sentimientos ambiguos, pues hace cinco años, el 5 de mayo de 2012, perdió a su madre. Relata que en esta fecha sus hijos permanecen todo el día a su lado, desde las 9 de la mañana que comienza la visita, hasta las 3 de la tarde.

La joven reclusa asegura que cuando salga en libertad terminará de estudiar cultura de belleza y pondrá su negocio. “Saliendo de aquí iré a darle gracias a Dios, con mis hijos, iremos a pescar, y a aprovechar el tiempo”, precisa.

Resalta que la convivencia con sus compañeras, en la mayoría de los casos es buena, tratan de hacerse amena su estancia el lugar.

Por ello participa en eventos especiales como el día primavera, bailables, que le hacen menos dura la vida dentro de la prisión.

La motivación de sus hijos también es importante para no perder la moral, ellos le dicen que cualquier persona comete errores.

“Este es un pequeño obstáculo, lo podemos pasar, y salir bien. La sociedad no sabe las historias de la gente, aquí me he dado cuenta que hay personas inocentes que están pagando por un delito que no cometieron”, expresa.

María considera que dentro de prisión las palabras cambian de significado. “Estar en la calle es valorar todo lo que tenemos, sobre todo la familia, aquí aprendí que mientras más unidos estemos, más fácil es todo”, enfatiza.

Después se reintegra al convivio en el penal, lleva a Carlos al área de juegos infantiles, donde lo sube a una resbaladilla, a un columpio, siempre cuidando que no se lastime, que no se caiga, uno de los instintos más naturales de protección a los más chicos, y que sólo puede aflorar, por el momento, una vez a la semana, de las 9 de la mañana a las 3 de la tarde.

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