Los artesanos que se ubican fuera del templo de Santa Clara exhiben piezas que ellos mismos realizan en el sitio, pues aseguran que ese espacio es también su “taller”.

Su trabajo requiere de habilidad y destreza técnica ya que todos los productos son concebidos de manera exclusiva, son únicos y aunque muchos se parezcan entre sí, tienen características que los hacen diferentes.

Sin apoyo de autoridades, los artesanos venden sus productos en lo que llaman una zona de tolerancia. Conocedores de piedras y de distintos materiales elaboran en general bisutería con diseños originales, es decir que no produce otra igual evitando de cualquier manera la producción en masa y a la vez superando retos creativos para irse renovando.

Uno de los aspectos que se debe recalcar es que no se revende artesanía, y que todos los diseños son 100% exclusivos. Además hay variedad de materiales, pues se puede encontrar desde piezas de plata como aretes, collares de ámbar, pulseras y demás accesorios.

Algunos originarios del estado, y otros de diferentes estados del país, ofrecen sus productos a quienes visitan el Centro Histórico, principalmente los fines de semana.

“Se ofrece color, originalidad y diseños con creatividad” afirma un vendedor quien también ve esta actividad como una forma de vida, y afirma que no pretende hacerse un gran empresario ni mucho menos, simplemente depende del ingreso que le permita vivir el día a día.

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