Feminicidio sin identificar: Mujer golpeada con arma metálica. Cuerpo de mujer encontrado en relleno sanitario. Mujer asesinada por disparo de bala. Tres mujeres calcinadas. Estas frases se repiten en un audio, se repiten una y otra vez, las voces se escuchan encimadas, es necesario poner atención para distinguir una historia de la otra. Mientras se oye el audio, en el piso lleno de tierra se ve la proyección de un video, es gente excavando en fosas. Y sobre la tierra se ha escrito la frase: “Feminicidio sin identificar”.

En este escenario desolador, en un ambiente de luz baja, se aprecia Dispositivos de ausencia, proyecto de Mary Paz Cervera y Viviana Beltrán que confronta, que atraviesa al espectador con asombro e incertidumbre, ante el incremento de feminicidios en el país.

En noviembre de 2021, la instalación se presentó por primera vez en el Museo de Arte Contemporáneo de Querétaro, ahora se encuentra en el Centro Queretano de la Imagen en donde estará abierta al público hasta el 24 de abril.

La instalación se creó con la idea de enmarcarla en el Día de Muertos, porque las tumbas y las ofrendas representan un ritual a la memoria, y a las mujeres que han sido asesinadas, tiradas en fosas comunes o clandestinas, les han negado ese derecho de conservar su identidad y ser recordadas.

Pero la pieza de Mary Paz Cervera y Viviana tiene la capacidad de replicarse en cualquier tiempo y adaptarse de sitio, incluso salir de los recintos culturales y confrontarse desde el espacio público.

“Lo que se busca es hacer conciencia, y que se pueda llevar al activismo en espacios más abiertos, públicos, escuelas, espacios universitarios, que se apropie de otras miradas, en un museo se convierte en una pieza de reflexión, pero al sacarla a la calle confronta a toda persona con su fuerza”, dice en entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro Mary Paz Cervera.

El peligro de ser mujer

El proyecto retoma la frase de Rita Segato: “Cuerpo de mujer, peligro de muerte”. Y hacen conciencia de que la violencia contra las mujeres y niñas son de manera sistemática y cotidiana, se dan en lo público y en lo privado, y acaban con la forma más extrema de violencia de género: el feminicidio.

“La disputa del territorio se inscribe en nuestro cuerpo de mujer; el primer territorio que habitamos”, se lee en el texto de sala. 

“Estamos hablando de la tierra como territorio, en donde las mujeres nos hemos vuelto moneda de cambio. Es una instalación muy fuerte. La idea es hablar del cuerpo de la mujer, el peligro de muerte que corre el cuerpo de la mujer, en este sentido, los territorios se inscriben en el cuerpo de las mujeres, y entonces, siendo este territorio en el que habitamos, es terrible que estas mujeres han sido despojadas de su identidad. Llevo años con el tema de los feminicidios, y pensamos que era pertinente hablar de estas mujeres, de estas violencias sistemáticas que vivimos las mujeres y que han llegado a las violencias extremas”, resalta.

La atmósfera en que se planta la instalación, con la penumbra y las voces casi en susurro, evoca paisajes desérticos, zonas de fosas clandestinas, el empeño de las buscadoras que abren las tierras, que van dejando en la tierra sus propias huellas, señal de su incansable lucha por encontrar a las mujeres que han perdido, “y que hacen este intento de recoger a sus hijas, a sus hermanas, a sus madres; la pieza habla de cuerpos sin identificar, habla de esta reapropiación, de darle nombre y sentido y memoria a estos cuerpos que están despojados de su identidad, es como dar una voz en esta denuncia de derecho, y que las violencias se siguen multiplicando y seguimos con estas heridas que no podemos sanar”.

Además del video de las buscadoras,   los audios con datos ministeriales de feminicidios y las palabras escritas con tierra,  constatando que ha ocurrido algo, se agrega un código QR que envía al visitante al mapa de feminicidios registrados en el país. Al expandir la imagen y ver la figura completa, se ve un México lleno de cruces. Al dar clic en uno de los símbolos de cruz, se muestran los datos del caso.

“Son cifras espeluznantes y cada día en aumento, en esta marcha (del 8 de marzo) fue confrontante ver las pancartas de las mujeres hablando de sus desaparecidas, es algo que lo vemos en una marcha, pero está presenta los 365 días del año, una reflexión profunda de estas desapariciones, son duelos que nunca se terminan, y la instalación es una forma de cuestionar estas formas a la que nos hemos acostumbrado para nombrar una desaparición”, agrega Cervera.

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