Formar parte de las compañías como Ateheia y ProArt no solamente es memorizar las secuencias, tener una buena técnica dancística, expresividad frente al escenario y saber arrebatar los aplausos al público. Es también cargar los objetos del escenario, dividirse en autos para transportar los props, extender y montar el linóleo del escenario, hacer de DJ, probar el audio, revisar el guión de luces y, por si fuera poco, mantener la cordura para bailar sin morir de estrés antes de la primera función. En la segunda presentación mudarse del foro al aire libre al auditorio del Centro de las Artes de Querétaro, así transcurre la temporada Un eterno retorno.

Bárbara Alvarado, directora y coreógrafa de la compañía Aletheia, Cuerpo Escénico de México presentó esta temporada a razón de la invitación a colaborar con ProArt, compañía de Adriana Covarrubias, y englobado en el proyecto Sueños para cruzar el puente que no explotó.

Alvarado conceptualizó esta obra en la Ciudad de México, de acuerdo a sus vivencias en la megalópolis, imaginando cómo podía llevar al escenario las impresiones sobre la velocidad y la soledad. Exploró así a cada bailarín, no como un instrumento únicamente para revelar lo que la coreógrafa necesitaba decir, realizó una profunda investigación de reflexión e introspección con el cuerpo escénico para que no fuera una receta de cocina.

Bárbara dice que “el ser humano es muy necio, que nuestra mente puede arrojar hacia un camino lineal. Para mí, las obras escénicas son multidimensionales, caminan de otra manera, no caminan de manera lineal sino más bien circular o espiral”.

Bárbara Alvarado, atrapada en un eterno retorno
Bárbara Alvarado, atrapada en un eterno retorno

El programa cíclico

El programa inicia con La Libertad de las Marionetas, que cuenta la historia de tres chicas que coinciden en la parada de autobús. El encuentro detona el compartir la vida e iniciar un viaje por la ciudad, pero en el terreno de lo mágico. La pieza está inspirada tras viajar todo el día el transporte público y recorriendo la ciudad del norte al sur.

La marioneta Casiel fue diseñada por Raúl Ángeles, de la Gaviota Teatro. “Este personaje resignifica un ángel caído, como un homeless que no alcanza a articularse dentro de esta sociedad y queda instalado en un limbo, pero eso no indica que no sea un ser potencialmente amoroso”, precisa la coreógrafa.

La pieza es ejecutada dinámicamente por Jennifer Aguilar, Victoria Lugo, Alejandra Sosa y Casiel.

Bárbara Alvarado, atrapada en un eterno retorno
Bárbara Alvarado, atrapada en un eterno retorno

El segundo número es la reposición de Nostalghia (2018) un solo de la misma Alvarado para enlazarlo con Destierro de Pájaros, que es el resultado de la colaboración de la compañía internacional Proart. Ahí trabajó con dos bailarinas clásicas y un bailarín de flamenco, el reto era generar una pieza con un propio estilo, donde no se vieran las fronteras, no se mire lo clásico, ni lo flamenco ni lo contemporáneo. El resultado es una bella postura frente a las fronteras de la humanidad y bailao mágicamente por Laura Juncal, Sandra Ostrowski y Alejandro Rodríguez.

El proceso de investigación de Destierro de Pájaros es una introspección sobre esos pequeños detalles que uno no sabe que extrañara de la vida, como esos rituales pequeños que le van dando sentido a la vida, pero que es el eterno retorno todos los días y que cada día ha de ser perfectible.

“La pandemia aquí en México provocó que la gente se quedara varada en diferentes destinos sin poder moverse, todas estas personas quedaron desterradas. La naturaleza del ser humano es la libertad, como un pájaro en los cielos y un pájaro desterrado es cuando está en la tierra, su hábitat es en el aire flotando. Así la última pieza, encerrados como pájaros enjaulados son experiencias muy niveladoras, contundentes y entonces es lo que hice con el solo”.

Del destierro a la memoria

Siempre decimos que el arte escénico es tan efímero que mientras no se tenga registro desaparece. Gracias al video, asegura Alvarado, “puedo ver todo el trazo, el ritmo, toda esta arquitectura que se genera, pero en la fotografía se devela lo que no se alcanza leer, es que esto ya se queda impregnado en cada una de las piezas. Las fotografías me ayudan a recordar esos momentos y la carga energética que motiva, que teníamos en ese momento”.

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