En la década de los 70 se creía que Eric Clapton era Dios, que pertenecía a ese olimpo musical del que sólo forman parte leyendas como The Beatles, por eso hoy que cumple siete décadas de vida tales afirmaciones no podrían ser más acertadas.

Clapton siempre se ha caracterizado por su maestría en la guitarra y en los últimos años en la voz. Él es esa clase de músicos que los eruditos del blues, jazz y la música clásica respetan y al que los roqueros veneran.

Hace un mes se dio a conocer que el originario de Ripley, Reino Unido, ingresaría al Salón de la Fama del Blues, ¿por qué?

En palabras de los dirigentes de La Blues Foundation, Eric se merece un lugar en este sitio de honor por el impulso logrado a través de su carrera a la popularización del blues.

Medios como Rolling Stone advierten que su carrera musical en parte ha ayudado al resurgimiento que el blues tuvo a finales de los 90 gracias a discos como Riding with the king, grabado junto a B.B. King, y su homenaje al guitarrista del Delta de Mississippi, Robert Johnson cuatro años después.

Además, ha sido un ferviente impulsor de este género, a él se le debe que año con año exista el festival Crossroads, encuentro musical sin el que hoy en día no podría existir el blues.

Durante el inicio de su periplo musical contribuyó a que grupos como The Yardbirds, Bluesbreakers de John Mayall, Cream, Blind Faith y Derek and The Dominos se dieran a conocer en este género.

Por si no fuera suficiente el Dios de la Guitarra, como algunos lo llaman, supo dar el salto al rock y con ello refrescar su propuesta, lo cual además le trajo nuevos y jóvenes fans.

El trabajo que a su edad Clapton le pone a su carrera es particular, pues aunque afirma que como guitarrista es el más perezoso del mundo, como cantante es el más dedicado.

Y es que su labor frente al micrófono no es tan longeva como tras las cuerdas y se considera asimismo mejor guitarrista que cantante.

Por ello, invierte muchas horas a la semana para seguir entrenando su voz que en sus palabras “no es la mejor”.

Su lista de éxitos es interminable, pero él se lo atribuye a la suerte, pues “aunque tengas un gran talento para la música, sino estás en el momento adecuado, tu trabajo podría no trascender, la suerte es casi tan importante como el talento, van juntos”.

Al igual que la vida de muchos músicos, la de Eric no ha estado exenta de recaídas, tanto personales como artísticas; cabe recordar que se tuvo que enfrentar al surgimiento del pop y a todos lo que este género repercutió en otros como el blues.

Más tarde vino su resurgimiento de la mano del grupo Cream, con quienes compuso temas como “Layla”, “Wonderful Tonight” y “Let It Rain”, retirándose después por unos años.

Para el nuevo milenio, Clapton incursionó con fuerza en el rock y el country, pero sus problemas con el alcohol y la depresión tras la muerte de su hijo no ayudaron en su carrera.

De esta etapa salieron temas como “Tears in heaven”, que habla acerca de la trágica manera en la que su hijo murió tras caer de manera accidental del piso 53 de su departamento de Nueva York y la cual hace unos meses prometió no volver a cantar pues es una etapa que ya logró superar.

Clapton aseguró recientemente que la música lo ha ayudado a salir de las tinieblas, algo que hoy en día parece cierto, pues tras las vicisitudes que la vida le presentó actualmente afirma ser feliz. Está casado, tiene cuatro hijos y apoya incondicionalmente causas benéficas; entre otras, una clínica para tratar adiciones en el Caribe.

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