El Jefe de Gobierno sustituto de la Ciudad de México, José Martí Batres Guadarrama, caracterizado por sus maniobras político-electorales —desde la posición que heredó a la salida de Claudia Sheinbaum—, hace agua ahora que el preciado líquido sigue contaminado en una parte significativa de esta ciudad y escasea alarmantemente en otras. Y, por si fuera poco, quiere ocultar la información, siguiendo el libreto lópezobradorista.

Se le ha complicado la misión partidista, encomendada desde el gobierno: favorecer tanto a Sheinbaum como a Claudia Brugada; obstaculizar y desacreditar a Santiago Taboada; no cometer errores; y evitar dar motivos a opositores para evidenciar al gobierno de CDMX y afectar así la campaña de sus candidatas. Sin embargo, su gestión se enturbió, como el agua.

Dentro del nepotismo oficialista, la familia Batres Guadarrama ha sido una de las beneficiadas. Martí es hermano de la ahora ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Lenia Batres —designada por López Obrador para reemplazar al desacreditado Arturo Zaldívar, misma que se ha caracterizado por escándalos y desatinos—, quien a su vez estuvo relacionada con Ulises Lara López, el anterior vocero y actual encargado de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México.

Lara López es conocido como El Abogado Cúspide, debido a que —luego de pasar por el Centro Universitario Cúspide de México— sorpresivamente consiguió su cédula profesional, como licenciado en derecho, horas antes de ocuparse del despacho de la fiscalía, a donde llegó después de que Ernestina Godoy, la fiscal carnal morenista, no fue ratificada. Así la justicia capitalina, en familia.

En cuanto a la suciedad de Martí Batres también se ha recuperado el escándalo de la Leche Betty, que en 1998 promovió y repartía con otros perredistas —a mitad de precio— como acto de clientelismo político y que, después de ser analizada por la Procuraduría Federal del Consumidor, determinó: “no debe ser consumido por seres humanos”.

La leche no era leche —ni siquiera derivado lácteo—, y los litros tampoco, el envase contenía 940 mililitros de líquido contaminado (afortunadamente), rico en “bacterias coliformes”, de las que se encuentran en el excremento.

Con este antecedente y desprestigio, no extraña el papelón del Jefe de Gobierno en torno al agua sucia de Benito Juárez donde primero ocultó el tema y —al fracasar— decretó, mediante un video, que ya estaba limpia, contra la opinión de los preocupados vecinos, y ahora trata que esta porquería se oculte tres años, aunque se podría ampliar a cinco.

Esta actitud arbitraria, contraria al interés público, enfrenta la posición del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai) que intenta se conozca la verdad, aunque es posible que el resultado de los contaminantes sea público hasta después de las elecciones, lo que constituye el Plan B morenista.

¿Por qué la opacidad sobre la contaminación del agua?, ¿Por qué la suciedad de Batres?

El problema no está resuelto, las mentiras continúan…

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