En gran parte de Querétaro está presente Juan Francisco Velasco y Perdomo, es parte de la ciudad, del estado y de su historia, y aunque la gente no lo conozca personalmente, lo conoce a través de su obra.

¿Quién no se ha fotografiado con el Danzante Conchero del andador 5 de Mayo? ¿Quién no ha visto la escultura de Ignacio Pérez cabalgando a toda velocidad en el cruce de avenida Universidad y Corregidora?

El Juego de Pelota, escena emblemática del parque Querétaro 2000, lo mismo que el Conjunto Revolucionario del Parque Bicentenario, son parte del legado creado para Querétaro por Juan Francisco Velasco, quien será homenajeado este 22 de agosto a las 11:00 horas en el Teatro de la República, en celebración a sus 25 años como escultor en Querétaro.

De arquitecto a escultor

Juan Francisco Velasco y Perdomo nació en el Distrito Federal, vivió en Orizaba, Veracruz y desde 1989 radica en Querétaro. Estudió Arquitectura y su primera obra de escultura en esta ciudad fue un busto del empresario queretano Roberto Ruiz Obregón, a quien también le hizo una escultura de tres metros que está en el municipio de Amealco.

Por más de 20 años fue docente de la Facultad de Bellas Artes en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ). Además de su trabajo en Querétaro, sus obras están en Estados Unidos (Los Ángeles, Chicago y Dearborn); en el Museo Fray Junípero Serra en Petra de Mallorca y en el Museo de América en Madrid, España.

¿En todo Querétaro está Juan Velasco?

No, nada más tengo 54 obras.

¿Y de todas sus creaciones tiene alguna preferida?

Pues sí. El Danzante de avenida 5 de Mayo, el caballo de Ignacio Pérez y lo que me ha dado muchísima satisfacción son las cinco portadas de las iglesias de las misiones de la Sierra, esas ahorita están en el Museo de América en Madrid, España, y las usaron para promover que las misiones se convirtieron en Patrimonio de la Humanidad.

¿Cuál es la historia de su primera escultura?

Un día fui a una papelería y tenían de oferta la plastilina, a peso, compré cinco barritas y cuando llegué a mi oficina vi un cuadro de un emir hindú que tenía y me puse a hacer la figura. Un amigo mío, Ricardo Ortega, que siempre iba a visitarme, me dijo: ¿y esto qué? No te conocía estas gracias. Nada, le dije, se me ocurrió hacerlo. ¿Y no te gustaría hacer el busto de una persona?, me preguntó. Sí, le dije. Ahí quedó la plática, regresó a la siguiente semana y me volvió a preguntar ¿entonces sí haces la escultura? Sí, ¿de quién es? De Don Roberto Ruiz Obregón, dijo. Pues la hacemos, cómo no, contesté. Terminamos haciéndole cuatro bustos y ahora ya hay siete.

¿Algún personaje que le hubiera gustado recrear en escultura?

Realmente no. Hay muchas cosas que se pueden hacer y hay muchas que me hubieran gustado hacer pero no, yo insistí mucho hace tiempo que se hicieran esculturas en los parques, pero esculturas de la vida cotidiana, globeros, boleros, organilleros, pero de repente me encontré que ya las estaban haciendo. Entonces ya no me llama la atención proponer para que luego las haga otra persona.

¿Y actualmente sigue trabajando?

Pues hasta donde puedo y hasta donde me dan chamba.

¿Tiene alguna obra pendiente?

Estoy haciendo al Marqués de la Villa del Marques del Águila, que me solicitó el gobernador, me falta terminar unos tres detalles, es una pieza pequeña.

Son más de 50 sus obras, ¿está satisfecho con su trabajo?

Con mi trabajo estoy satisfecho. Creo que nadie me va a decir que eso está mal hecho y eso ya es una gran satisfacción para uno.

¿A sus obras qué sentimiento les imprimió?

Al momento de estar con la obra yo sentía en mis manos algo muy fuerte, algo que tenía que hacer para darle una personalidad, un algo que la distinguiera de las demás obras y eso es lo que quisiera que hicieran los muchachos que se quieren dedicar a esto.

Este homenaje a toda su trayectoria ¿qué le significa?

Me significa mucho, es un reconocimiento a mi trabajo, que siempre es bueno. Normalmente este tipo reconocimientos los dan cuando ya murió la persona, y que te reconozcan en vida es muy bueno.

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