La nueva apariencia de Renée Zellweger reavivó el debate sobre la presión que ejerce la industria del cine sobre las estrellas para mantenerse jóvenes.

En un afán por prolongar su carrera unos años más, la búsqueda de la lozanía de muchos artistas suele terminar en quirófanos y consultorios estéticos, no siempre con buenos resultados.

Pero el cambio de Zellweger no es el primero que impresiona a Hollywood. El exceso de bótox que por años usó Nicole Kidman dejó secuelas en su rostro, que era considerado uno de los más hermosos de la industria.

La actriz, que se arrepiente de su decisión, aseguró al diario español El País que ya no usa el fármaco. “Lo del bótox fue un error, fruto de la presión y del deseo de lucir mejor, algo que les pasa a muchas actrices en Hollywood. Puedo decir que no he vuelto a usarlo y que lo que ven ahora es el resultado de una vida sana ... Nada de cirugía”, expresó.

Otra que lucha contra el tiempo es Susan Sarandon, quien ha declarado que es defensora de las operaciones estéticas. “No pierdo trabajos por mostrar mi ideología, pero sí porque engordo y me hago mayor”, dijo a Oprah Winfrey en 2013. La protagonista de Thelma y Louise se ha sometido a liposucciones y rejuvenecimientos faciales.

En 2008, el Daily Mail indemnizó a Kate Winslet con más de 25 mil dólares por asegurar que la actriz mentía sobre el ejercicio que hacía para mantenerse en forma. La actriz siempre se ha mostrado reacia a la cirugía plástica y ha dicho que ama su cuerpo tal cual es.

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