Tiene una colección de 50 cámaras antiguas, pero la fotografía es sólo una de las inquietudes de Alejandro Echeverría, porque en casa conserva objetos dignos de un museo, como la réplica de un Sputnik (primer satélite artificial de la historia), meteoritos y una impresora 3D, ya que dice que en un futuro todos tendrán una máquina de ese tipo para crear su medicina y comida.

Recientemente, Echeverría participó en la exposición de Escritores de luz en la Galería Municipal, con una serie de imágenes hechas con una cámara estereoscópica (cámara 3D antigua), y ahora, en este mes participará en la Semana de la Tierra que se realizará en el Centro Cultural Manuel Gómez Morín con la replica de un molino de agua y la maqueta de una cuenca hidrográfica.

Alejandro Echeverría es originario de la ciudad de México, la primera vez que llegó a Querétaro fue en 1986 para estudiar en la escuela de artes gráficas que estaba situada en el ex convento de Santa Rosa de Viterbo, cuando la institución era guiada por docentes italianos que ofrecían una beca de estudios al extranjero, pero al salirse los italianos se acabaron las becas y decidió emigrar.

En 1988 se fue por ocho meses a Europa, también estudió en una universidad de animación y trabajó como fotoperiodista en Estados Unidos y a su regresó decidió comprar un terreno en Querétaro, en el barrio de San Sebastián, donde construyó una casa que no estrenó. Por motivos de trabajo se fue a vivir 14 años a Cancún, Quinta Roo.

En 2004 regresó a Querétaro para reconstruir su vivienda y llenarla de objetos que inspiran su curiosidad por la ciencia y el diseño gráfico, como un sistema solar mecánico, maquetas de aviones que penden en el interior de su techo, fósiles de moluscos, un traje de piloto de prueba, un meteorito que cayó en el municipio de San Joaquín, meteoritos rusos, argentinos y estadounidenses; una replica del telescopio de Galileo Galilei, cámaras fotográficas, radios antiguas, además de pinturas y caricaturas que creó sobre personajes queretanos.

Todas estas cosas las conserva para crear un museo, un proyecto que ya había sido adoptado por una importante universidad de Querétaro, pero que al final se desentendieron del objetivo que planteó Alejandro Echeverría, que es el de crear un espacio donde la “gente puede admirar piezas reales y que las cosas cuenten su propia historia”, por lo que ahora espera que alguna otra institución se interese en exhibir en un museo la colección científica que tiene reunida y las nuevas piezas que está armando, porque si algo tiene es la curiosidad por la creación.

“Me defino como una persona con mucha curiosidad por la vida, privilegiado porque tengo un cuerpo que me permite sentir, y que con eso tengo para poder día a día gozar lo que es la vida, con sus subidas y bajadas, hay cosas que están inventan y tengo curiosidad por ver cómo irán avanzando, al igual en el arte”, señaló.

Otra de las piezas que Echeverría tiene en su casa es una réplica de una máquina de vapor y una impresora 3D que terminó de ensamblar en enero de 2013 y que poco a poco la ha ido perfeccionando. Las piezas que ha creado con esta máquina son representaciones del torso de una mujer, una pieza a escala de El Pensador de Auguste Rodín y un mini patito, el coleccionista dice que a futuro esta impresora podrá crear comida, medicamentos y herramientas.

“Como ahora todo mundo tiene una computadora y un teléfono, así en unos 10 años en todas las casas va haber una y vas a imprimir tu cepillo, herramientas, medicinas y tu comida, -¿Comida?- Es que en vez de tener filamentos puede tener botes de polvos que te generen una palomita de maíz artificial, por ejemplo”.

Las piezas de esta máquina las adquirió en Estados Unidos, y como el filamento con que se crean los objetos es de alto costo, Echeverría planea crear una máquina para hacer su propio filamento a través de la recolección de botellas de PET, y así alimentar su curiosidad.

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