Para luchar contra la letalidad de la viruela, Edward Jenner inoculó el virus en un niño de ocho años en 1796. El éxito se replicó incansablemente para combatir diferentes virus. Durante décadas lo habitual era usar el patógeno que causaba la enfermedad, ya sea de forma inactiva (muerto) o de forma atenuada (debilitado). En la actualidad hay otros pasos para la creación de una vacuna, en los que no es necesario introducir el virus en el organismo. Pasarían casi 200 años desde que se generó la primera vacuna hasta que llegaron y se afinaron las técnicas de ingeniería genética listas para reducir tiempo y dinero al combatir el impacto de un peligroso virus.

Mientras el COVID-19 se expande con facilidad elevando las cifras a más de cien mil infectados en todo el mundo, los esfuerzos en los laboratorios para la búsqueda de la esperada vacuna se intensifican. Tal es el caso del laboratorio de biotecnología Moderna Inc. que en colaboración con los Institutos Nacionales de la Salud en Estados Unidos (NIH) ha desarrollado la vacuna experimental “ARNm-1273” con la que encabeza los esfuerzos de más de una docena de laboratorios en el mundo que persiguen la misma meta.

El doctor Carlos Arias, investigador del Departamento de Genética del Desarrollo y Fisiología Molecular del Instituto de Biotecnología de la UNAM explica cómo funciona en la actualidad la creación de una vacuna de este tipo. Para la creación de vacunas, un componente importante de los virus es la proteína que está en la superficie de la partícula viral porque es la que interacciona con las moléculas que se encuentran en la superficie de las células. La interacción de estas dos partes es necesaria para que el virus pueda ingresar y replicarse dentro de la célula, pero si se bloquea este contacto, se puede prevenir la infección.

Es así que mediante procedimientos de biotecnología moderna, como la tecnología de ADN recombinante, ya no se utiliza el virus completo, sino solamente la proteína del virus que está en la superficie. Arias señala que esta proteína se puede obtener y utilizar de diferentes maneras. Una es tomando la región del genoma en el virus que tiene la información para sintetizar la proteína y después producirla en algún sistema (bacterias, células de insecto o mamífero, etc.). La proteína se genera en el laboratorio y se purifica como el candidato de vacuna.

También la proteína del virus puede ser sintetizada por el propio organismo que requiere la vacuna, pero se necesita de un ARN mensajero y lo que la tecnología de la compañía mencionada hace es precisamente introducir estos mensajeros a las personas para probarlos. Arias explica que los métodos no son revelados porque allí está el secreto de la vacuna. El enfoque es sencillo, pero el reto está en lograr que estos ARN mensajeros lleguen hasta las células sin degradarse, puedan penetrarlas y dirijan la síntesis de la proteína del virus.

“Hay otras estrategias de biotecnología moderna para diseñar vacunas, pero en general las que se prueban en la actualidad para este coronavirus se basan en estos dos métodos: por un lado, la producción de la proteína en el laboratorio y su purificación para usarla como tal; y por otro lado, la utilización del ARN mensajero que sirve para que el organismo produzca dentro de sus células, esa proteína viral que a su vez es detectada por el sistema inmune”.

Los especialistas del NIH admiten que el trabajo no podría haberse movido tan rápido si no hubiera sido por años de pruebas de laboratorio detrás de una posible vacuna del Sindrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS) . La tecnología ha tenido resultados positivos en las pruebas de Fase 1 en seis vacunas diferentes, una de las cuales se encuentra actualmente en un ensayo de Fase 2, según un portavoz de Moderna Inc.

Las pruebas del primer estudio en humanos de la vacuna para el COVID-19 se realizarán en un pequeño número de voluntarios jóvenes. No hay posibilidad de que los participantes se infecten con las vacunas porque no contienen el virus en sí. En este primer paso sólo se trata de verificar que las vacunas no muestren efectos secundarios preocupantes, y preparar el escenario para pruebas más grandes donde sí se buscará comprobar efectividad contra el COVID-19.

La mirada a futuro es prepararse mejor frente a la posibilidad de que las epidemias con nuevos virus se vuelvan cada vez más comunes. En este sentido, científicos de Eco-Health Alliance, una ONG contra enfermedades infecciosas emergentes, vislumbran la creación de vacunas universales, como una que cubra todas las cepas del coronavirus.

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