Es tal el vínculo que tienen actualmente las personas con sus mascotas que no sólo las sepultan de manera formal en un cementerio especial, sino que incluso en Día de Muertos los visitan como a cualquier familiar, afirma el veterinario Manuel Solorio, creador del panteón para animales en Corregidora.

Solorio tiene su consultorio veterinario en la Plaza Mariano de las Casas, en el centro de la ciudad, siendo uno de los veterinarios más conocidos de la capital queretana, por el tiempo que lleva ejerciendo y por la iniciativa de crear un cementerio para mascotas.

Recuerda que la idea surgió de manera espontánea, cuando platicando con el doctor Vallarino, amigo suyo, le comentó de los perros que morían los enterraba donde cayera, por lo que se le ocurrió que se necesitaba un lugar para disponer de los restos de las mascotas, que para muchas personas forman parte de la familia.

“Dejé así que me cayera uno, poco a poquito, y ahorita voy, en el registro, en mil 625 perros sepultados”, señala, al tiempo que asegura que no recuerda hace cuánto tiempo comenzó con el proyecto.

Indica que ese registro que lleva de los mascotas sepultadas lo inició años después cuando la demanda creció. A la fecha, además de llevar un control de las mascotas que sepulta, en su inmensa mayoría perros, ofrece una lápida, donde reconozca a su mascota.

Asegura que actualmente las personas tienen un vínculo muy estrecho con sus perros y mascotas en general, y pone como ejemplo el caso de una mujer que recientemente acudió con él para incinerar a su perro y a quien lloró como a un pariente, “es parte de la familia un perro”.

Apunta que el costo del cementerio para un perro chico (el más común) es de 600 pesos, mientras que el servicio de cremación es de mil a mil 500 pesos. Asevera que como las tumbas de los perros están identificadas, los dueños pueden ir a ver cuando quieran a su mascota al cementerio.

Precisa que cada año en el cementerio, que se ubica en un terreno de su propiedad en Corregidora, coloca un Altar de Muertos, al que invita a los dueños para que vayan en esos días de los Fieles Difuntos, pues si de fieles se habla, como los perros no hay.

Enfatiza que la cantidad de personas que acude en esa fechas al panteón es numerosa, pues acuden a recordar a sus mascotas queridas.

Dice que en el Altar de Muertos pone las lápidas de los perros, pues muchos dueños optan por quitar la que les regalan en el cementerio y mandan hacer una a su gusto, además de fotografías de los “canes difuntos”, así como las calaveritas literarias.

Asevera que la gente acude de manera espontánea en Día de Muertos al panteón, para decorar las tumbas de sus mascotas, en su mayoría perros, y en mayor medidas cuyos, aves y otras especies animales.

Dice que todos los días en su consultorio corrobora el cariño que le tiene la gente a sus animales. “El cliente que tiene su perrito lo quiere mucho porque ha vivido, sobre todo cuando son niños, cuando tienen unos cinco años les regalan a su perro, y cuando cumplen 18 años el perro se muere. Ve uno a los muchachotes llorando por su perro, es muy normal eso, fueron sus compañeros de toda su niñez”, acota.

El doctor Solorio tiene 54 años, terminó sus estudios en la Facultad de Veterinaria de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde estudió con muchos veterinarios queretanos.

“Era médico de campo. Duré aproximadamente 20 años como clínico de matrices, ese era el concepto que se usaba. Era a lo que nos dedicabamos los médicos, a hacer diagnóstico de gestación. En las vacas era muy común que tuvieran infecciones en la matriz y nosotros las curabamos”, explica.

Luego lo nombraron director del Programa de Inseminación Artificial y Reproducción Animal a nivel regional, de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, en el cual duró muchos años. Cuando se terminó el proyecto regresó a la práctica privada y se dio cuenta que la gente ya buscaba a los veterinarios porque querían una consulta para su perro, “ya nos los dejaban ahí o les ponían sus collares de limones”.

“Ahora es un hábito muy común, hay un exceso de médicos veterinarios dedicados a pequeñas especies, que es un error de parte de la universidad”, acota.

El doctor Solorio es honesto cuando dice que atiende en su mayoría a perros, y nunca a animales exóticos, pues es especialista en canes. Además de que recomienda a la gente que tenga animales de este tipo que los lleve con el veterinario del zoológico Wamerú, pues tiene más experiencia en el manejo de fauna salvaje.

El veterinario atiende incluso a sus pacientes a cualquier hora del día, incluso en la madrugada, casos que, precisa, se presentan en promedio dos por noche, por lo regular a causa de accidentes y percances en la noche. En el día, la mayoría son vacunas, esterilizaciones, enfermedades gastrointestinales, entre otros.

Agrega que los veterinarios enfrentan una competencia desleal con colegas suyos que “abaratan” la profesión y que no pagan impuestos, o de personas que ofrecen servicio de peluquería a domicilio a las mascotas y que roban una buena parte del mercado a los veterinarios.

Añade que la veterinaria tiene futuro, pues muchas personas prefieren tener perros que hijos, o tienen menos hijos y una mascota.

Google News

TEMAS RELACIONADOS