Elevar el nivel cultural, especialmente en el aspecto religioso, era el objetivo de la librería y papelería del Sagrado Corazón desde su fundación. En la actualidad el objetivo no ha cambiado, pese a que han pasado 106 años desde que abrió sus puertas al público, manifestó María Leonor de la Isla Serrano, la actual dueña de la misma.

Edmundo de la Isla, a la edad de 19 años, fue el fundador de esta librería y papelería, explicó Leonor, quien es su sobrina. Aseguró que su tío empezó a perder la vista, por lo que su papá, al darse cuenta, lo puso a aprender encuadernación y de ahí surgió todo.

“Se cuenta que su papá lo puso a aprender encuadernación, pero que no dejara de estudiar. Él siguió estudiando y pidió libros a México, le hicieron unos descuentitos. sus compañeros de la escuela se dieron cuenta de esa situación y empezaron a pedirle favores para que les consiguiera libros y empezó a pedir y a pedir y se fue relacionando con algunas editoriales. Muy jovencito y con escasez de salud, pero de ahí fue la idea inicial”, dijo Leonor.

Pasó el tiempo y en una ocasión su tío Edmundo vio una prensa como de juguete y la pidió prestada, compró algunos tipos de imprenta y surgió la idea de la imprenta del Sagrado Corazón, que estuvo ubicada en la calle de Pino Suárez, en el centro histórico de la ciudad y ahí mismo empezó a exhibir libros.

Un sacerdote le recomendó que favoreciera en la imprenta la instrucción religiosa sobre todo y la cultura. De ahí fue adoptando la idea. “Fue creciendo un negocio que no contaba con dinero, con experiencia, ni con salud. Sin embargo, fue progresando de tal manera que la librería tuvo época de oro”.

El papá de Leonor creció y se convirtió en el brazo derecho de Edmundo. “Así fue surgiendo. El sacerdote Florencio Rosas fue el que le picó que ofreciera con otro tipo de libros, pero con estilo serio y agradable. Se relacionó con editoriales nacionales y extranjeras. Entonces de por allá se importaban muchos artículos en general, aparte de los libros y fue creciendo el negocio”.

Explicó que lo fuerte de la librería era el envío foráneo y sólo había un señor que se dedicaba a esa actividad, lo que le permitió al negocio ir viento en popa. Pese a la prosperidad, llegó el momento de fraccionar la empresa en tres.

“Lo de importación se quedó en manos de mi tío Edmundo que era el fundador, la imprenta que también tuvo la fama de bien hechos y cumplidos, quedó en manos de los empleados. Se formó una cooperativa y a mi papá le dejaron la atención en el mostrador que en ese entonces no teníamos, entonces mi hermano ya también había crecido y entre los dos vieron que había la necesidad de ampliar la variedad de artículos, por lo que metieron libros de texto”.

Ellos se esmeraron en conservar ese sello y la librería tuvo también su época de oro, en la calle de Madero número 71 en donde estuvo por 71 años ubicada. Leonor dijo que el local era estupendo, por lo que tuvieron fama, aunque con el tiempo vieron que el local les quedaba muy grande y tuvieron que cambiarse.

“Con el tiempo murió mi papá y mi hermano y me vine yo”. Hace dos años se cambiaron a la calle de Arteaga y ahí se encuentran actualmente.

“Se ha resentido el cambio, pero bendito sea Dios aquí estamos y vamos saliendo poco a poco. Hay más competencia, pero aquí estamos El Sagrado Corazón se va adaptando a lo que venga, aunque siempre conservando el sello que marcó su fundador, Edmundo de la Isla”, concluyó la encargada.

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