En medio de una escalada de violencia que ha marcado la vida cotidiana de los mexicanos con la escandalosa cifra récord de 180 mil asesinatos en 5 años de gobierno de Morena, la seguridad se ha convertido en el tema central de las elecciones presidenciales. En un país afectado por la corrupción, la impunidad y una creciente ola de criminalidad, las candidatas presidenciales presentan sus propuestas para abordar esta crisis. En este contexto, el contraste entre la visión de Estado de Xóchitl Gálvez y la demagogia dictada por Obrador de Claudia Sheinbaum emerge como un punto crucial para evaluar el camino hacia un México más seguro y justo.

La propuesta de seguridad de Xóchitl Gálvez destaca por su enfoque integral y renovado para abordar las complejas raíces del problema de la violencia en México. Propone un conjunto de medidas concretas que van desde la reconstrucción del tejido social hasta el fortalecimiento de las instituciones de seguridad y justicia. Su plan incluye duplicar el número de fiscales y juzgadores, mejorar el sistema de justicia cívica y promover la coordinación entre los diferentes órdenes de gobierno y la sociedad civil.

Uno de los aspectos más destacados de la propuesta de Gálvez es su compromiso con la prevención del crimen a través de programas de atención a víctimas y promoción de la solidaridad social. Reconoce la importancia de abordar las causas subyacentes de la violencia, como la desigualdad socioeconómica y la falta de oportunidades para los jóvenes. Su enfoque en la reconstrucción del tejido social y la promoción de programas de desarme y reconciliación social ofrece una visión esperanzadora para un país que ha sido devastado por la violencia.

Por otro lado, la propuesta de seguridad de Claudia Sheinbaum representa una continuación de las políticas actuales, marcadas por la estrategia de “abrazos, no balazos”. Aunque Sheinbaum propone medidas como fortalecer la inteligencia e investigación, también la acompaña de una reforma para socavar el Poder Judicial y terminar con la imparcialidad en la justicia nacional, su enfoque en militarizar la Guardia Nacional y su ambigua postura sobre la coordinación interinstitucional plantean dudas sobre la efectividad de su plan para combatir la violencia. Parece que lo único novedoso es sumar a la lamentable frase “Abrazos, no balazos” el comodín “pero no cruzados de brazos”.

La estrategia de “abrazos, no balazos” ha sido criticada por su falta de resultados tangibles y su incapacidad para reducir la violencia en el país. La continuidad de esta estrategia, junto con la falta de un plan integral para abordar las causas subyacentes de la violencia, plantea interrogantes sobre la viabilidad de la propuesta de Sheinbaum para mejorar la seguridad en México.

Sheinbaum representa al gobierno responsable de la eliminación del 50% de los recursos destinados a la seguridad pública en municipios y estados, una medida crítica que ha impactado negativamente en la capacidad de las autoridades locales para hacer frente a la violencia y el crimen organizado. La reducción de fondos federales, como el Fortaseg y el Fortamun, ha dejado a numerosas comunidades desprotegidas y sin los recursos necesarios para implementar programas efectivos de prevención del delito.

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