Un nuevo año comienza. Además de generar buenos deseos, esperanza y ánimo, 2022 también alberga muchos movimientos y análisis para la política mexicana. ¿Qué nos trae este año? ¿A qué hay que prestar especial atención?

Si nos centramos en un lapso, por ejemplo, en un sexenio, el análisis de la política mexicana cobra una importancia mayor al contar con una dirección, una ubicación temporal y un espacio determinado de análisis. En este esquema, el periodo presidencial está formado por seis años, pero cada año tiene características particulares que dotan o restringen al mandatario de su poder y toma de decisiones.

En el primer trienio el presidente usualmente goza de enorme bonanza política al contar con amplia legitimidad y apoyo de la sociedad, de tal suerte que tenga la capacidad de hacer y deshacer programas, instituciones, compromisos, etc., como literalmente fue el caso de Andrés Manuel López Obrador.

Los primeros tres años significan el recorrido hacia la cúspide del poder del presidente, al cenit de su gobierno, pero también el comienzo de su declive. Pero el segundo trienio es en muchas cuestiones más interesante, políticamente hablando, que el primero. Aquí se dan mensajes velados, y otros no tanto, se mueven alfiles, torres, caballos y peones como estrategia para engañar a los propios y extraños

Así, los primeros tres años, caóticos para muchos y salvadores para otros, pueden quedar desplazados de los primeros renglones del análisis de la política mexicana dentro del actual sexenio. De esta manera, el segundo trienio, que ciertamente comenzó el 1 de diciembre del año pasado, continúa con una apreciación más aguda y fina de lo que puede pasar de cara a la sucesión presidencial de 2024.

Ese año es el de las elecciones federales cuyo resultado llevará a un nuevo presidente o presidenta a Palacio Nacional, por lo que desde su inicio se centrará en las campañas de los candidatos y, claro, “guerra sucia”. Por su parte, 2023 será quizá el año más interesante para el análisis político de cara a las elecciones presidenciales porque precisamente se envolverá de destapes, negociaciones, movimientos, acuerdos y ataques entre el cúmulo de políticos que encuentren una oportunidad de hacerlo.

Pero para llegar a ambos años y sus respectivos escenarios con sus particularidades, debemos atravesar 2022 y reconocer todos sus movimientos. Llegar a las elecciones presidenciales después del desgastante y recompensante proceso de elección de candidatos, no se puede lograr sin antes comenzar a levantar la mano en el partido político. Sin embargo, no sólo es una persona quien lo hace, sino que varias muestran su interés por perseguir la candidatura presidencial, sea genuino o para “vender caro su amor” tras una negociación.

Por ello, este 2022, en donde varios personajes de la política comienzan a moverse para explorar sus posibilidades de ser candidatos a la presidencia se puede interpretar como el año del desgaste político. Toda persona quien busque el premio mayor en la política mexicana deberá necesariamente exponerse ante el resto y ello le significará ser el blanco de múltiples fuerzas políticas entre rivales, aliados, e incluso amigos, sobre todo en el marco del partido oficialista del país.

niels.rosas@gmail.com

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