Siempre he creído en el poder de las ideas, en la fuerza transformadora que ilumina los corazones y que inunda la boca con cientos de expresiones en favor de ideales sublimes, esas que le sacan las lágrimas hasta al más rudo, esas que provocan que las más tiernas se levanten y se desgañiten cual viernes de lucha libre en la arena México.

Ahora que mis inquietudes son otras, y que los rumbos aeronáuticos parecen despegar y aterrizar sin mayor contratiempo, reparo en los ideales que han transformado mi camino profesional, personal y familiar. Pienso en eso que me hace dejar la cama todas las mañanas, como muchos, con ganas de transformar al mundo, de hacer la diferencia y de influir positivamente en el destino de los demás.

Con esta introducción -que no pretende ser disculpa, aunque parezca- quiero retomar esta conversación #DesdeCabina, para una nueva reflexión que traigo al oneway conversatorio que vengo llevando desde hace años en este espacio. Hoy quiero hablar de las iniciativas para comunicar oportunamente, responsable y respetuosamente tanto lo bueno como lo malo en una organización.

Comunicar lo bueno, los éxitos, los grandes o pequeños logros, siempre será tentador y con un gran sentido de urgencia; la avidez con la que se construyen historias y se modela su impacto es apabullante, los canales y la construcción texto visual del o los mensajes es fundamental y hoy en día ampliamente profesionalizado, pero falible.

Comunicar lo malo, los errores, la dura realidad o las crisis, por el contrario tiende en algunas organizaciones sin estrategia concreta de comunicación, a dilatarse, a sobre pensarse; se subestima con bastante regularidad el poder que el silencio imprime en la percepción sobre las organizaciones, y sobre todo, y más grave aún, en algunas ocasiones tiende a evitarse el comunicar.

Siempre he sido de la idea que los jefes, las audiencias, el público en general pues, debe de enterarse por aquellos que generamos y vivimos las buenas y las malas nuevas, siempre debe de salir primero de nuestra boca una noticia -por decirlo de una manera coloquial-, antes de que esta audiencias se enteren por otros medios y que se magnifique, minimice o malverse el mensaje.

La oportunidad, sencillez y veracidad nunca podrán ser opacadas por otras intenciones cuando se comunica desde la casa primeramente.

Bueno o malo, mañana, tarde o noche, dentro o fuera, pero siempre habrá que comunicar; con dolor, con euforia, con miedo y con o sin urgencia, pero siempre comunicar, nunca deben obviarse los mensajes, siempre hay algo que decir.

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