Provocados por el ofrecimiento del Presidente de que renunciaría y se iría a su finca a Tabasco, a la primera manifestación de más de cien mil personas; miles personas se dieron cita en el centro de la Ciudad de México para tomarle la palabra al Presidente.

Para un amplio grupo de mexicanos, el Frente Nacional Anti AMLO (FRENAA), representa la única (o la más importante) oposición existente al Presidente, su sui géneris ideología personalista de izquierda ochentera, al igual que su gobierno y partido, son considerados —por su forma de actuar y por sus resultados— negativos para México.

Con el mismo encono con que el Presidente ataca, señala y acusa a los que no piensan como él, el dueño de FRENAA, Gilberto Lozano, ha personalizado su animadversión contra el Presidente, haciendo todo que está a su alcance para que renuncie antes del primero de diciembre y se convoque a una nueva elección presidencial.

La intolerante polarización del Presidente tiene en Lozano su principal fruto y, en el mismo sentido, FRENAA tiene en el Presidente a su principal promotor. En esta relación simbiótica ambos se necesitan, como el monstruo al doctor Víctor Frankenstein.

Aunque la gran mayoría de los asistentes a la marcha no pertenecen ni simpatizan con FRENAA, hay que reconocerle que ha logrado una gran convocatoria por varios motivos:

No existen poderes institucionales que hagan contrapeso y equilibren el excesivo poder presidencial que se ha hecho del control de los tres poderes (logró dominar a la SCJN) y pretende hacerse del control de los gobiernos estatales y municipales en disputa la elección de 2021.

No hay integrantes de su propio gobierno que le hagan ver y corregir sus errores, excesos y graves omisiones en que incurre en temas fundamentales (salubridad, seguridad, economía, política, desempleo, educación, entre otros.) que están en crisis por su desatención, mal enfoque o carencia de recursos.

Los partidos políticos de oposición están desaparecidos, al igual que la pluralidad. La corrupción interna, la falta de liderazgos y la incoherencia con sus principios, ha desfigurado su naturaleza y los invisibiliza política y socialmente.

Ante el vacío político que dejan los partidos, algunos ciudadanos encuentran en FRENAA un espacio para manifestar su protesta e inconformidad, aunque no sean miembros o simpatizantes del mismo.

Ante los desaciertos del Presidente, cada vez más personas, incluidas quienes votaron por él, consideran que su renuncia resuelve de fondo las crisis y la polarización. A la gran mayoría de sus “simpatizantes” no les interesa que los llamen de ultra derecha, conservadores, cristeros y toda la serie de calificativos que les endosan; con tal de lograr que esta crisis no derive en desastre nacional, entre otras razones.

Aunque políticamente es válido y legítimo el planteamiento del dueño de FRENAA, su manera de actuar y reaccionar sorprende a muchos por el parecido con el de Andrés Manuel López Obrador: intolerancia, polarización, falta de pluralidad y propuestas.

El error de FRENAA es el mismo de AMLO, no ofrece salidas democráticas y su intolerancia es muy parecida, por eso los extremos se tocan.

México necesita mucho más que el populismo autoritario y demagógico de López Obrador; y que el oposicionismo sin salidas democráticas de FRENAA. La apuesta debe ser otra: verdaderos liderazgos que sean congruentes y eficientes en la búsqueda del bien común.

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