José Ángel Álvarez, con 25 años dedicado al ramo papelero, señala que el último año y medio se murieron las ventas, y aunque en las últimas semanas aumentaron por el regreso a clases presenciales, no se han podido recuperar del golpe asestado por la pandemia.

Su local, ubicado en la calle de Hidalgo, esquina con Paseo de los Niños Héroes, antes estaba en la calle de Madero, tiene una situación estratégica por la presencia de dos primarias, un jardín de niños y una secundaria, además de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ). Señala que sus clientes fuertes son los estudiantes de secundaria.

“El último año y medio ha sido terrible. Se murieron las ventas, los que no se murieron fueron los gastos. Seguimos pagando renta, luz, agua, todos los servicios”, apunta.

La papelería es mediana. Además de encontrar productos papeleros, también se ofrecen dulces, frituras y refrescos. Hay de todo un poco.

Cuando se anunció el regreso a clases presenciales, indica José Ángel, se apreció un repunte en las ventas de aproximadamente 10%, porque son pocos los alumnos que van a regresar a las aulas.

Comenta que con este anuncio y el reinicio del ciclo escolar han acudido pocos padres de familia a surtir listas de útiles escolares. “Van a ser pocos los que van a regresar de manera presencial. Además, la colonia no está llena de niños, la mayoría [de los habitantes] son adultos y los chicos que vienen a las escuelas son de otras colonias fuera de aquí y compran en sus rumbos”, abunda.

Destaca que compras de pánico de útiles escolares no se han registrado, pero en la última semana, a unos días de arrancar clases, han acudido más clientes y se reportan un aumento en sus ventas.

José Ángel indica que durante los meses críticos de la pandemia provocada por la presencia del virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad Covid-19, no cerraron, aunque las ventas eran muy escasas.

“Eran más los gastos que las ventas”, añade.

Reconoce que su arrendatario, de manera solidaria, les hizo un descuento de 40% en la renta mensual del local, lo que le ayudó mucho a sobrevivir durante la crisis sanitaria.

El movimiento en la papelería es poco. Algunas mujeres se acercan a comprar folder o sacar copias. En la secundaria cercana hay movimiento. Padres de familia que se acercan a solicitar informes o acuden a inscribir a sus hijos, buscando que sigan con su educación, aunque sea a la distancia.

En algunas escuelas cercanas aún hay carteles informando que tienen lugares para ciertos grados o que las clases comenzarán a partir del 30 de agosto, aunque de manera virtual, a distancia, como han sido los últimos 18 meses.

Algunas de las escuelas cercanas son particulares. En al menos una de ellas se aprecia movimiento. Se preparan para reanudar clases presenciales, aunque también ofrecen la posibilidad de ser virtuales e híbridas, de acuerdo a las necesidades de los padres o de la mesura ante los casos de Covid-19 en la entidad.

José Ángel recuerda los tiempos previos a la pandemia, cuando cerca de las dos de la tarde comenzaba el movimiento de estudiantes y padres de familia en la zona. “Había muchísimo movimiento. Los chicos ya nos identifican. Hay mucha familiaridad con ellos. Sí, se extraña bastante. Tenemos menos clientela de la universidad. Nuestro fuerte es la secundaria que está aquí enfrente, y atendemos a todos los chicos de los dos turnos. Entonces sí nos identifican perfectamente”.

Incluso, asegura, saben los nombres de los niños. También tienen noticias de los niños que han salido de la secundaria, lo que han estudiado. Luego, algunos los llegan a visitar, cuando terminaron su carrera universitaria o cuando se casan.

Asegura que se crea un vínculo entre ellos, como encargados de una papelería y sus clientes. “Luego los encontramos a los niños en los centros comerciales, nos saludan, nos llegan a abrazar. Es muy padre”, comenta con gusto y nostalgia de aquellos días, cuando los cubrebocas no ocultaban los rostros, cuando estrechar una mano y dar un beso no era un factor de riesgo, de contagio.

El negocio, precisa José Ángel, es familiar. Su hija le ayuda a atenderlo. Es importante, pues es el sustento de la familia.

Reconoce que durante este tiempo sí recibieron apoyo del gobierno. Pese a ello, sí están aún con premuras económicas por las bajas ventas.

Precisa que recurrió a préstamos para sobrevivir y ahora los tiene que pagar.

“Yo esperaría que aprendiéramos a vivir con el bicho [el virus SARS-CoV-2] y que nos cuidemos y que esto se venga a reactivar todavía más. Eso es lo que yo esperaría, que la gente se supera cuidar, que tengamos los protocolos necesarios y que sigamos adelante, conviviendo con el bicho, pero ya hacia adelante, ya reactivando la economía”, puntualiza.

José Ángel vuelve a sus actividades. Acomoda unas libretas. Tomas unas plumas y lápices que ordena y guarda en sus lugares, en espera de los clientes, que se esperan con la promesa del regreso a clases, como en años anteriores, cuando las semanas previas al regreso a clases eran de bonanza para su negocio, con padres y niños comprando de última hora útiles escolares.

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