Filas y filas de mesas fueron puestas sobre la calle 5 de Mayo, en El Pueblito, municipio de Corregidora, bajo carpas que cubren del sol a cientos de personas que ya ocupan las sillas para disfrutar del tradicional caldo de buey que empieza a repartirse.

Muchas de esas personas sentadas son funcionarios públicos, quienes son los primeros en probar este delicioso y tradicional caldo, mientras que miles de personas de la comunidad llevan más de dos horas formadas en una fila afuera del espacio destinado para la repartición de este manjar culinario, ellas aguardan que sea su turno para llevar caldo a sus casas.

La fila de gente -según anuncian los organizadores-, llega hasta el jardín principal de El Pueblito, entre cinco y seis cuadras de personas, algunas con sombrillas, otras con sombreros, unas más aguantando la inclemencia del sol que esta tarde decidió brillar con todo su esplendor, pero todas con bolsas, tópers, cubetas y varios recipientes que les permitan llevar suficiente comida para ellas y sus familias.

La señora Inés es una habitante que lleva horas esperando y está dispuesta a seguir en la fila, pues asegura que no hay un caldo como el de buey, pero, sobre todo, no hay caldo como el que se regala cada año durante la fiesta grande de la Virgen del Pueblito.

“Llevo aquí como dos horas y sí, sí nos gusta mucho, siempre nos lo peleamos [por el caldo]. No sé en qué esté, pero está bien rico, porque, aunque lo preparemos nosotros en casa, no sabe igual; será la paseada, la polveada o la asoleada, pero está bien sabroso”, comenta.

En su caso, al ser originaria de Corregidora, comenta que para ella es una tradición heredada por su familia, por lo que incluso pide el día a cuenta de vacaciones en su trabajo para poder asistir a esta celebración y recoger su caldo.

Detrás de doña Inés está formado don José, este es el primer año en que asiste al tradicional caldo de buey y se lamenta porque sólo lleva consigo un pequeño refractario con capacidad de medio litro, mientras que el resto de las personas formadas lleva, incluso, cubetas para recibir el alimento; pese a ello, está dispuesto a continuar la espera con tal de probarlo.

Mientras más se avanza entre la fila de mesas, se pueden ver las vaporeras que ya están listas para ser repartidas, las cuales fueron apostadas sobre las mesas, donde las primeras personas sentadas ya tienen un plato humeante frente a ellas

En tanto, un delicioso aroma se desprende desde su interior, en donde se alberga un caldo de color rojizo, en el que predominan los garbanzos, la col, la zanahoria y las otras verduras que un día antes cargaban en el lomo los toros que fueron sacrificados para la preparación de este tradicional platillo, el cual es acompañado del llamado “pan de agua”.

Mientras que en un extremo de la calle comienza a agotarse el caldo entre las primeras mesas, en el extremo contrario siguen ingresando nuevas vaporeras con aquellos que van llegando a repartir, en ese mismo extremo se pueden ver salir a quienes ya llenaron sus cubetas, tópers o lo que hayan llevado para recibir su caldo.

Elisa González es una de las personas que cocinó caldo de buey para esta fecha, ella comenta que la carne de los toros que fueron paseados el domingo, se les entregó alrededor de la 1:00 de la madrugada del lunes, momento en el que empezaron los preparativos para que el caldo estuviera listo.

“Se le pone garbanzo, cebolla, repollo, chile güero, chile jalapeño, ajo (…) ya tengo cuatro años participando y para mí es una promesa que le hice a la virgen y, si Dios quiere, seguiré haciéndolo”, comenta.

Para la señora Silvia García, quien también tuvo la oportunidad de preparar el caldo, comenta que la cocción de este platillo se hizo de madrugada, una vez que la carne fue entregada a las mayordomías.

“La preparación no es tan tardada, en realidad, en lo que se suaviza la carne y se cuece, alrededor de cuatro horas, como a las cuatro de la mañana ya estaba, lo que pasa es que se ponen diferentes vaporeras y eso es lo que lo hace más tardado”, explica Silvia.

En su caso, fueron 60 kilos de carne los que le fueron entregados y los que se prepararon para la repartición, que se dividieron en cuatro vaporeras; pero más allá de la cantidad de caldo que se preparó, doña Silvia asegura que es el amor con el que se hace, para entregarlo al pueblo, lo que lo vuelve tan exquisito.

Esta percepción la comparte la señora Rocío Rivera, quien asegura que describir el sabor del caldo es prácticamente imposible, pues no se trata sólo del sabor, sino que desde su esencia, es una tradición para compartir y eso lo vuelve único.

“Es algo muy diferente en su esencia, es muy rica, es inexplicable, por eso tanta gente viene por eso, porque, como dicen, la comida es bendita y tiene un sabor muy especial. Yo soy originaria de aquí, crecí con esta tradición que se trata de compartir el alimento. Ahorita vine con mi esposo y le vamos a compartir a mi mamá, que ya es un poco grande, ya no puede venir, pero ya nos hicieron favor de regalarnos [caldo]”, comentó.

De acuerdo con información de la mayordomía que organiza el evento, fueron 25 familias las que participaron en la preparación del caldo de buey, mismo que fue repartido a alrededor de cinco mil familias.

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