Las calles de Santa María Magdalena permanecen encharcadas. Muchas no están pavimentadas. Los autos y motociclistas pasan lentamente, esperando no caer en un bache profundo, oculto por el agua. Como casi todos los años, los habitantes de esta colonia viven con incertidumbre cuando ven el cielo nublado y comienza a llover.

Esta es una de las zonas de la ciudad más afectadas, dijo el gobierno municipal de Querétaro; agregó que en el lugar se colocaron más de mil 200 costaleras que evitaron más afectaciones por el desbordamiento del dren que atraviesa la zona.

El municipio de Querétaro informó que ha dispuesto de 71 elementos, 40 vehículos y maquinaria en diversas zonas de la capital en labores de apoyo, como: limpieza de calles; remoción de lodo y basura; desazolve de alcantarillas y drenajes; reparación del talud del dren Peñuelas y otras acciones para auxiliar a la ciudadanía que sufrió alguna afectación y previniendo situaciones de mayor riesgo.

En la vecina colonia El Tintero, también las calles permanecen anegadas, evidencia de las fuertes lluvias que azotaron el martes a la capital del estado.

La vida en Santa María Magdalena se desarrolla de manera normal. Los negocios están abiertos. Se ve poca gente en las calles. De las viviendas sale el sonido de canciones. Quienes se adueñan de las calles son los perros que son dejados sueltos por sus amos o son callejeros; husmean en las puertas de los negocios, principalmente los dedicados a la venta de comida o las carnicerías. También lo hacen entre los montones de basura acumulada en las calles.

Desde la entrada a la comunidad se observan las consecuencias de las lluvias. Las calles permanecen encharcadas, complicando el paso de los habitantes. En algunas partes se observa una línea de humedad, hasta donde subió el agua que fue imposible de correr por el drenaje y salió por las coladeras hacia la superficie, donde anegó calles e ingresó a viviendas.

José Guadalupe Rivera descansa bajo la sombra de un árbol en una de las calles cercanas al río Querétaro, que cruza la colonia, la corriente permanece alta, sin amenazar a sus vecinos.

El hombre, originario de Santa María Magdalena y de oficio albañil, dice que la lluvia del martes “estuvo muy fuerte”, como en años pasados, cuando las aguas ingresaron a las viviendas, provocando que cientos de familias perdieran sus pertenencias.

Explica que los cauces en Santa María Magdalena fueron limpiados con anticipación, el problema fue que había una tubería de drenaje rota, y por ahí comenzó a salir mucha agua.

Los pobladores de Santa María Magdalena, comunidad famosa por la Feria del Mole y la Tortilla, saben que las inundaciones son inevitables. Por eso, las viviendas están hechas para paliar hasta cierto punto la crecida de las aguas. En las puertas de las casas y en algunos negocios los moradores construyeron con tabiques, bloks o ladrillos, “muros” de 50 centímetros, aproximadamente, pequeños diques que sirven para contener las aguas que amenazan con ingresar de la calle.

José Guadalupe dice que a lo largo de su vida le ha tocado presenciar inundaciones severas en su comunidad, la más reciente hace unos años, aunque no recuerda la fecha exacta. Ésta, la del pasado martes, amagaba con ser una de las serias, pero no fue tan grave.

“Vivo aquí, frente a la iglesia. Ahí está su pobre casa. Como está de lado a lado, pues nos llegó el agua por todos lados. No sabíamos ni por dónde salir. Por todos lados era lo mismo”, recuerda de una inundación ocurrida hace unos años.

Cuadras más adelante, en los límites con El Tintero, Amalia Ramírez ayuda a su hija, Pilar, a atender un negocio de comida. Dice que el martes sólo estaba esperando el momento para subirse a su cama porque el agua comenzaba a subir de nivel.

“Ya ve luego que el drenaje que tenemos está tapado. Todo el tiempo, llevamos años así. Nunca han venido a arreglarlo. El delegado fue a ver y nos dijo que iba a quedar en enero. Ya pasó enero y no pasó. Sólo dijo que en enero, pero no de qué año. Cada que llueve me meto en el lodazal. Mi hermana también vivía aquí, pero dijo que estaba bien feo y mejor se fue. Yo aunque quisiera, a dónde me voy”, comenta.

Cerca del negocio de la hija de Amalia corre un dren en el cual un grupo de hombres realiza trabajos. El paso a los vehículos está cerrado en ese punto. En el suelo hay abiertos canales alternos del dren que divide a El Tintero de Santa María Magdalena. El olor a drenaje es intenso.

Amalia recuerda que en una inundación, ocurrida hace unos años, perdió muebles y electrodomésticos, las autoridades de aquel entonces prometieron reponerlos, pero no ha sido así.

Agrega que el martes el drenaje fue insuficiente para desfogar el agua. Por las coladeras salían las aguas negras, inundando las calles y algunas viviendas. El olor delata dónde se inundó con aguas residuales.

En tanto, Pilar dice que el agua no alcanza a subir para inundar las casas de la zona, pero sí sale del drenaje.

Además, a un costado de su casa, un registro sin tapa representa un riesgo para quienes pasan por ahí, pues con el agua cubriéndolo pueden caer ciclistas, motociclistas o peatones.

Pilar y Amalia dan por concluida su jornada laboral y se preparan para tomar un descanso de su día de trabajo, en espera de que no llueva y no se corra el riesgo de inundaciones.

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