Moritz Koch y María Magdalena Wasik llegan a Plaza de Armas a bordo de sus bicicletas que lucen cargadas con cobijas, tiendas de campaña y llantas de repuesto. La pareja originaria de Polonia se sienta en una jardinera y con sus teléfonos buscan señal gratuita de internet en la plaza antes de seguir su camino. Ambos viajan en bicicleta desde Cancún, Quintana Roo, con destino a Puerto Vallarta, Jalisco, y hacen una parada en su itinerario en Querétaro antes de continuar con su travesía.

“Empezamos el viaje en Cancún y lo vamos a terminar en Puerto Vallarta. Son más o menos 4 mil 500 kilómetros. Ya hicimos 3 mil 500 y nos falta mil de aquí, de Querétaro, hasta allá”, indica Moritz, quien deja a un lado su bicicleta para checar su teléfono mientras María saca una libreta donde con un plumón negro dibuja la fuente donde se encuentra la estatua del Marqués de la Villa del Villar del Águila.

La pareja no se parece al resto de turistas que llegan a la plaza, como el grupo que a unos metros de ellos, conformado principalmente por mujeres maduras ataviadas con sombreros y ropa de color claro, desciende de una vagoneta equipada con aire acondicionado y asientos mullidos.

Moritz, en un buen español, explica que iniciaron su travesía por México hace dos meses y medio. En este tiempo, señala, se han dado cuenta que el país es mucho más seguro que como lo pinta la televisión, donde “dicen que México es sólo drogas y traficantes; sólo problemas. Claro, ustedes tienen esos problemas, otros países tienen otros, pero creo que es como todos los países, súper tranquilo, la gente es amable, 99% son buena gente, está bonito aquí, y es mucho más fácil para nosotros que hablamos español, porque cuando vas a Tailandia hablar tailandés es más complicado, no puedes estar tan cerca de la gente como aquí”, señala.

Trotamundos en dos ruedas. El hombre, de 34 años de edad, luce una barba larga. Tanto él como María lucen cuerpos atléticos debido al ejercicio constante de montar en bicicleta la mayor parte del día en este recorrido que no es el primero que realiza de este tipo.

“Estuve viajando en bici por muchos años y cruce el continente africano, Asia. He andando, calculo, como 200 mil kilómetros por el mundo. También he viajado mucho por América Latina. Trabajé en Ecuador y Brasil, soy geógrafo, pero nunca viajé por América Latina en bici”, indica el joven.

Señala que hace 10 años estuvo en México, aunque fue sólo por un mes, entonces ahora, con más tiempo y calma, puede darse el lujo de conocer el país como quizá la gran mayoría de los mexicanos nunca lo conocerán.

Explica que por el sur hay mucho menos carreteras, como por ejemplo en la Península de Yucatán, Chiapas y Oaxaca, mientras que en el centro del país hay mucho más carreteras y caminos por donde circular.

Normalmente, asevera, duermen en una tienda de campaña, porque hay muchos lugares abiertos a unos kilómetros de alguna carretera. La comida la preparan ellos mismos en una fogata que en condiciones normales demoraría un poco menos en cocinarse.

Mientras que para ducharse usan agua que llevan en botellas de dos litros y se ayudan mutuamente, en la noche, aunque en ocasiones lo hacen en gasolineras donde cuentan con este servicio.

Moritz dice que su objetivo no es político ni llevan ningún mensaje, es sencillamente conocer el país de otra forma, “no sólo de leer lo que dicen los medios de comunicación o la televisión. Gustamos mucho de viajar”.

Apunta que aunque es agradable ver los lugares más turísticos de México, como es el caso de la ciudad de Querétaro, Palenque o Chichen Itza, también les interesa conocer la vida de los mexicanos, tanto en el campo como en la ciudad, donde hay diferencias en los modos de vida, de hábitos y formas de pensar.

Apunta, desde su visión de ciudadano europeo, que en México la brecha entre ricos y pobres es más amplia que en el viejo continente.

“La diferencia entre pobre y rico es mucho más grande. En Europa no tenemos muchas personas que trabajan en nuestros jardines. Hay ricos que tienen gente para eso, pero como nosotros, en nuestra familia, hacemos todo nosotros, en un día libre. No hay tanta ayuda en la casa como aquí. Aquí, cuando tiene dinero, tiene más que un europeo. Aquí está bien para ver una diferencia en educación y forma de vestir, muchos tienen menos chances o no las aprovechan, pero en general las diferencias sociales son mucho más grandes que en Europa. Aquí es enorme. Hay muchos ricos también, mucho más ricos que algunos europeos”.

Diario de viaje. Señala que quizá Polonia no sea un buen ejemplo de desigualdad social por haber pertenecido más de 40 años al bloque comunista, por lo que al menos la distribución de la riqueza es más o menos pareja.

Ahora en su país, explica, hay un gobierno de derecha que exacerba el nacionalismo y proclama que no quiere estar tan cercano al resto de Europa, los jóvenes polacos no concuerdan con esas ideas conservadoras, y aunque no están tan avanzados como Alemania, avanzan poco a poco a esos niveles.

Justamente sobre la vecindad con los alemanes dice que la animadversión es de una generación más vieja que aún no perdona errores del pasado.

Moritz retoma la charla de su viaje. Precisa que de Querétaro pedalearán a San José Iturbide, Guanajuato, pues tienen un amigo viviendo en esa ciudad y pasarán la noche en su casa.

Mientras Moritz platica, María no para de dibujar lo que ve a su alrededor como una manera de llevar un diario de viaje. En una era donde la mayoría de las personas utilizan las redes sociales para documentar sus experiencias diarias, la joven de 29 años de edad lo hace con papel y tinta.

Además de este amigo en San José Iturbide, precisa que tienen otros contactos en el país, como unas amigas polacas que trabajan como guías de turistas en Playa del Carmen y San Cristóbal de las Casas, así como algunos mexicanos que conocen porque estudiaban en Europa o conocieron en viajes que hicieron a su país.

La pareja estima que tardarán alrededor de tres semanas en llegar a Puerto Vallarta para proseguir su travesía por América del Norte, en Canadá, donde pretendern cruzar aquel país también en bicicleta.

“Tenemos que evitar pasar por Estados Unidos, porque como para los mexicanos, para los polacos tampoco está tan fácil entrar, entonces cuando queremos entrar tenemos que pasar por una entrevista, por eso vamos a volar de México a Canadá”, puntualiza.

Moritz y María se despiden. Él con su español fluido, ella con lo poco que sabe de castellano, agradecen la hospitalidad. Luego de una media hora en Plaza de Armas, vuelven a montar sus bicicletas. Toman avenida Pasteur hacia el norte. San José Iturbide los espera esta noche, para luego continuar con su viaje.

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