Si bien han transcurrido dos semanas de las votaciones más grandes de la historia de México, todavía hay mucho por analizar, comprender y discutir. En la pasada edición de esta columna, Procesos del Poder, se abordó una parte de la serie de efectos que dejaron los comicios de hace dos semanas en materia política. En este artículo subsecuente, la discusión se centra en aquellas situaciones que parecían ocultas o no reconocidas y que fueron pasadas por alto por la población para comprender el panorama de resultados de las elecciones del 2 de junio.

Si recordamos 2018, la gran mayoría de electores votó por Andrés Manuel López Obrador, ya sea por convicción en su proyecto o por el voto de castigo hacia el PRI y el PAN por sus deficientes administraciones. Sin embargo, en las elecciones intermedias de 2021, pareció que se generó un equilibrio. En las casillas que en muchos casos ganó Morena por cientos de votos en 2018, tres años después lo hizo por apenas unidades o decenas de sufragios.

Si bien, el partido oficialista continuó ganando, no fue con la misma intensidad. Todo esto permitió que las fuerzas de oposición recuperaran terreno, mejorando sus números en algunos estados, en el Senado y en la Cámara de Diputados. De esta manera, el apoyo creciente hacia la oposición sugirió una tendencia que podría generar un terremoto para los morenistas en los comicios de 2024.

Pero no fue así. La victoria del partido guinda fue aplastante, lapidaria y con una muestra de autoridad evidente. Claudia Sheinbaum se convierte en la candidata presidencial más votada desde la época priista de limitados niveles democráticos. Muchos se continúan preguntando ¿por qué ganó ella y no Xóchitl Gálvez? ¿Por qué la tendencia al alta de la oposición no se vio reflejada en las votaciones? ¿No hicieron mella los serios problemas de inseguridad de México en la elección del electorado, como se había pronosticado?

Puede haber varias razones directas e indirectas que conducen a la victoria de Sheinbaum. Empezando por la oposición, nunca pareció enteramente unida, fue desorganizada, la elección de su candidatura fue tardía y lo cierto es que Gálvez estuvo cargando muchos lastres, sobre todo de los dirigentes de los partidos de la coalición. Todo esto conllevó a una campaña de limitado impacto que se tradujo al final en una derrota.

Por otro lado, recordemos que las necesidades en el país son diferentes. Quizá para un grupo de la población su preocupación central es la inseguridad, pero la de muchos otros es atender sus necesidades básicas. Para muchas personas, el apoyo sustancial de los diferentes programas sociales ha sido la razón principal de su voto hacia Morena. También las legislaciones en favor de la protección de los trabajadores, contemplando el aumento en el salario mínimo, la reducción del outsourcing y el incremento en los días de vacaciones abonaron a la causa.

Debemos comprender a México en su esplendor, con sus anhelos, pero también con sus múltiples realidades y necesidades. Sólo así podremos comprender una parte de los resultados de las elecciones y no caer en dinámicas de unos contra otros. Si todos los partidos pudiesen operar mediante estos principios, quizá la política, las campañas y las propuestas tendrían mayor sentido para la población.

Google News