Enrique Eduardo Sosa, baterista de la banda ReJazz Mx estaba en la Ciudad de México visitando a un amigo antes de partir rumbo a Querétaro, el sismo de 7.1 grados en la escala de Richter lo sorprendió en la avenida Reforma, a unos pasos del Ángel de la Independencia.

A veces, toca por gusto y por unas monedas en la calle, cargando su batería. Instala los platillos, la tarola y el bombo y con las batacas en las manos, comienza a tocar su instrumento. Sin embargo, el vivir el sismo en la Ciudad de México, lo movió a hacer la misma actividad, pero instalando un centro de acopio móvil. El camellón es espacio para el acopio.

“La iniciativa la tuve yo, voy a sacar a batería como siempre en el semáforo, con el fin de juntar víveres, dinero y todo eso, que tengan la confianza de que cualquier cosa que dejen va llegar a su destino y va llegar bien”.

En el camellón pegado al carril de retorno de avenida Universidad, justo en la intersección con la avenida Tecnológico, Enrique Eduardo aprovecha los momentos en que el semáforo cambiará de verde, pasando por el amarillo hasta el rojo, para tocar su batería. Hace algunos redobles y batacazos, se levanta de su asiento, alza las manos y camina entre los automóviles.

Su amiga Corina Hernández López, levanta una cartulina fosforescente con un mensaje invitando apoyar a los afectados por el sismo. Camina al igual que Enrique entre los espacios que deja cada auto esperando ayuda. Se pone en verde de nuevo el semáforo de la avenida y regresan de nuevo al camellón. Se hidratan porque a pesar del vaivén de las nubes, se siente el calor.

Enrique comenta que nunca le había tocado vivir un temblor en su vida. El haberlo sentido, le motivó para hacer sentir a la gente empatía hacía con las víctimas, ya que dice, por lo lejos pareciera ser que se hacen de la vista gorda.

“Anteriormente yo venía aquí al semáforo a tocar así por gusto y sacaba algunas monedas, yo estaba en la ciudad de México cuando el temblor y la verdad al estar ahí te das cuenta del verdadero sufrimiento que se pasa, que se vive y estando acá es muy fácil hacerse de la vista gorda pero ya vivirlo está cabrón, perdón por la palabra”.

Sonríe cuando cuenta su experiencia. No se acongoja por lo vivido ya que al contar lo que pasó ese paradójico 19 de septiembre, sus palabras fluyen y nunca entrecorta el relato. Otro de sus amigos, llega de repente, toma la cartulina y se cambia hacia el otro sentido de avenida Universidad, justo los que vienen del centro y van rumbo a la avenida 5 de febrero. Regresa al cabo de unos minutos, descansa un momento y retoma la cartulina pero ahora en el sentido que va hacia la zona centro de Querétaro.

En tanto, Enrique Eduardo dice que a la 1 de la tarde con 14 minutos, estaba al interior del auto del papá de su amigo, se encontraba a punto de llevarlo a la central de autobuses para abordar un camión de regreso a casa. El papá de su amigo les dijo que lo esperaran, ya que iría a saludar a unas amistades suyas antes de llevarlo. En ese momento, estando en el auto empezaron a sentir el movimiento trepidatorio, vieron moverse los postes de luz y los amigos de Enrique reconocieron que era un sismo.

“Estuvimos afuera del edificio donde fue su papá, estábamos todos en el carro y se empezó a mover el carro hacia adelante y hacía atrás, yo no entendía que estaba pasando, nunca me había tocado un temblor, no sabía qué onda, de repente volteo y veo los postes de luz moviéndose y dicen ellos que viven allá, está temblando, está muy cabrón, eso fue a la una y cuarto”.

Desde el Ángel de la Independencia hasta el lugar donde se albergaba le tomó llegar en un lapso de 7 horas ante el colapso de las avenidas y del transporte. Pudo regresar a Querétaro y fue así que decidió hacer un poco de música para recolectar víveres para las víctimas del sismo

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