San José, Costa Rica.

Las mujeres venezolanas que son explotadas sexualmente en México pasan primero por las manos de criminales colombianos, quienes las enganchan, les ayudan a salir de su país y luego las colocan en manos de las mafias locales, de acuerdo con el informe Trata de personas, trabajo forzoso y esclavitud moderna e investigaciones de ONG.


“Colombia tiene un rol fundamental para las redes criminales de la trata de personas con fines de explotación sexual comercial, porque es la puerta migratoria de los venezolanos”,   explicó a EL UNIVERSAL la abogada venezolana Beatriz Borge, coautora del informe difundido a finales de marzo pasado en Caracas, Venezuela.


Borge elaboró el estudio con su compatriota y también abogada Lilian Aya, así como  en alianza con la embajada de Reino Unido en Caracas y las organizaciones no gubernamentales Paz Activa y Centro de Justicia y Paz.


La colombiana Olga Amparo Sánchez, coordinadora de la Corporación Casa de la Mujer, una institución no estatal de Colombia dedicada a la defensa de los derechos femeninos, aseguró que la trata de personas para la explotación sexual comercial “está relacionada con  microtráfico de drogas  y de armas,  paramilitarismo, con las bandas criminales y  la venta de la virginidad de niñas de 11 y 12 años”.


Sus investigaciones señalan que una vasta red colombiana de paramilitares, microtraficantes de drogas y de armas, bandas criminales y policías, militares y oficiales de migración corruptos emergió hace varios años como pieza clave de una operación que atrapó a las venezolanas para prostituirlas en cantinas, restaurantes, casinos, hoteles y casas de citas en México, pero también en otros países como Costa Rica, Panamá, Colombia, Perú, Ecuador, República Dominicana y Ecuador.


A partir de la crisis política, económica y social por la que atraviesa Venezuela  —que se   recrudeció en los últimos años y atizó la migración desde ese país—, miles de mujeres han caído en condiciones de vulnerabilidad económica y social, lo que ha sido explotado por cadenas criminales que las enganchan con falsas promesas   laborales y financieras para llevarlas como primera escala a Colombia,  donde las  distribuyen a diversas ciudades de ese país y a centros de prostitución en el exterior, entre los que está México.


Consultada al respecto por este diario, la Policía Nacional de Colombia remitió a la Dirección de Investigación Criminal, la cual indicó que no cuentan con información del tema.


El camino


El informe elaborado por Borge y Aya señala que “desde Venezuela se están captando y extrayendo venezolanos y venezolanas para ser explotados en otros países, especialmente con destino a Centroamérica, Asia y algunos países del antiguo bloque soviético, donde las redes de explotación y delito organizado están sumamente desarrolladas”.


Las víctimas, puntualiza el documento, “provienen de las zonas económicamente más desfavorecidas del país, donde son captadas ofreciéndoles a ellas o a sus familiares mejores condiciones de vida, la mayoría de las veces para el trabajo en bares y locales nocturnos”. Aya aseveró que por la creciente vulnerabilidad de la población venezolana, “cualquier oferta laboral en dólares es atractiva” y el primer paso es sacarlas del país.


“Los vuelos en Venezuela están restringidos y son muy onerosos. Por eso las venezolanas salen por tierra hacia Colombia y luego se van de Colombia hacia los demás países”, precisó.

“El tratante, como red, tiene que estar trabajando de esa manera, sencillamente por la situación de vuelos en Venezuela. Y en Colombia las venezolanas necesariamente tienen que estar saliendo desde [el aeropuerto] El Dorado”, que está en Bogotá y es la principal terminal aeroportuaria colombiana, afirmó Aya. 


“Tengo identificadas zonas en Colombia donde las jóvenes son explotadas y en estas redes, que son sincronizadas y es delincuencia organizada, hay venezolanos y extranjeros. Son redes y no hay casos aislados, que se pueden dar, pero básicamente en la trata interna. Ellas tienen que trabajar en redes, porque cuando cruzan fronteras se utilizan niveles importantes de  corrupción por parte de los Estados que facilitan la migración”, denunció.

“Las mafias ofrecen pagar boleto, ropa, comida, hospedaje y luego les cobran todo eso a las mujeres. Por eso las víctimas nunca salen del círculo vicioso, ya que siempre estarán endeudadas. Es la esclavitud moderna”, ratificó. Relató que las mismas jóvenes que le han contado su experiencia al cruzar las fronteras “evidencian que funcionarios de los Estados están inmersos en el tema de documentación, permisos migratorios”.

La tragedia venezolana


Según Lilián Aya, la mayoría de las víctimas son venezolanas con edades que oscilan entre 12 y 35 años, con la migración ilegal como tarjeta de presentación y que “se convierten en blanco fácil para la manipulación y control, puesto que  en muchas ocasiones sus familiares desconocen los verdaderos paraderos y el supuesto ‘trabajo’ que desempeñan sus hijas”, precisó.


Borge, por su parte, relató a este diario que las mujeres son las víctimas más vulnerables en “este tipo de esclavitud” con redes que “están aprovechándose de la miseria y de la desesperación de los venezolanos."


Venezuela, insistieron las dos entrevistadas, está “a ciegas” sobre la situación de trata de personas y esclavitud que sufren miles de sus ciudadanos.


El número de víctimas del negocio aumentó más de 300% en dos años, ya que de un recuento de 60 mil 900 venezolanos de ambos sexos que sufrieron trata de personas de 2014 a 2016, se pasó, en 2018, a 198 mil 800 y la proyección es que si este proceso no se detiene, en 2020 llegará a 600 mil, casi  2% de la totalidad de habitantes de Venezuela, denunció Borge.

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